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jueves, 15 de diciembre de 2016

El problema de ser o autodenominarme escritor, son las palabras, vaya ironía.
Escribir sobre alguien en ocasiones nos salva la vida, escribir sobre alguien es brindar y otorgar la inmortalidad, aunque el sentimiento que nos haya llevado a escribirle haya sido temporal.
No es importante si los textos no llevan dedicatoria con nombre y apellido, gracias a esto, varias, muchas y suficientes personas pueden sentir aquellas letras, palabras, oraciones, párrafos… como suyos.
Escribir sobre alguien puede ser tan difícil como tomar una decisión o tan fácil como respirar, escribir sobre alguien nos puede liberar de recuerdos o encadenarnos a ellos.
Escribir sobre alguien puede ser una buena y mala jugada, puede ser una carga, un arrepentimiento futuro pero jamás será una estupidez hacerlo, porque así como escribimos lo mejor de una persona podemos acabar con su reputación.
Escribir sobre alguien nos obliga a narrar el maravilloso principio y el inevitable final… Una de las tantas personas que me escucho contarle sobre el peor de mis traumas, -Era escritor- y me dio un maravilloso regalo, me dijo que no debía temerle más a aquella situación que me causaba pesadillas y desvelos.
Me seguro que algún día, yo, me convertiría en la inspiración de alguien, que pasara lo que pasará, yo tenía la posibilidad de ser eterna y todo gracias a las letras, desde aquel día me enamore perdidamente de la idea de contar sobre mí y mi entorno.
Esto de cierta forma fue una cálida medicina y egocéntricamente ha sido perfecto el saber que no pasajera totalmente, que estoy plasmada en la mente de varias personas y que me ha pasado lo mismo, que he podido dedicar textos a las personas que amo y admiro.
Así que, como dice el dicho, el doloroso dicho, nunca te enamores de un escritor… al menos, que como yo, busques la perpetuidad.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Bajo el sol

Hoy conocí a una mujer de piel morena, he escuchado decir que todas las morenas son sensuales, que se les nota la candela en los ojos, pero a Eva sólo se le nota el cansancio. Creo que ha trabajado más de las horas obligadas.
Su cabello carga varios tonos de café y negro, en la mano izquierda carga una escoba, sus dedos con ampollas, trae unos tenis gastados. Va arrastrando un cesto de plástico.
En cuanto vi a Eva, supe que era una mujer valiente pues la encontré tentando a la muerte. Estaba cerquita de los autos bajo los rayos del sol, los brazos de Eva tiraban hacia la derecha, barría las orillas de la avenida principal, algunos dirán que me obsesione con ella pero realmente mi organismo actuó como un imán, debía conocerla, iba conduciendo, me acerque un poco, baje la ventila  y le dije:
-Hola, ¿Ya comiste?
Me miro con extrañeza… Y no la culpo, la sociedad nos ha acostumbrado a vernos como extraños
-No, joven-
-Vamos a comer algo-. Deja me estaciono. Me sonrió pero siguió barriendo la calle, estacione mi auto y camine hacia Eva.
-Vamos a dejar esto por un rato- .Cargue el cesto y la escoba.
-Me recuerdas a mi hijo, te ensuciaras el traje- Eva me arrebato el cesto.
-¿Cuál es tu nombre?-
-Eva-
- ¿Por qué haces esto por mí?
-Te vi cansada-
-No estoy cansada, ya estoy acostumbrada a trabajar-
-¿Cuántos hijos tienes?
-Tres.
Llegamos a un restaurante, no era lujoso, no tenía para tanto, además Eva me dijo que se sentiría incomoda, pues dice que las personas suelen observar la pobreza pero no hacen nada por ella.
Al entrar, le pedí al mesero que guardara el cesto y la escoba. Eva fue al baño, pedí una jarra de limonada, con agua mineral y hielos.  Eva regreso con la cara y las manos limpias.
-¡Que calor!
Eva toma ese vaso de limonada, el mesero nos acercó las cartas, Eva bebió de una manera desmedida, tanto que la limonada le escurría de las esquinas de la boca.
-Lo siento, tenía mucha sed-paso su mano sobre los labios, quitando el exceso de líquido.
-No te preocupes, ¿Qué vas a pedir?
Platicamos como los mejores amigos, a pesar de mi edad, a pesar de sus problemas, realmente, Eva era un gran madre y una mujer valiente.  A los 15 huyó de su ex esposo, era un alcohólico y drogadicto, tomo a sus tres hijos y los saco adelante. Intento en varios trabajos pero era poco lo que podía ganar.
-Tengo 5 años barriendo las calles de León, he soportado mucho, lluvias, tonterías de las personas, me han atropellado, pero no es un mal trabajo, me da lo que necesito, y sobre todo me da tiempo para estar con mis hijos. Ahora me siento libre- Eva no aparentaba ser joven aunque lo fuera, además nunca aceptaría que estaba agotada de luchar por años.
-Eva, yo no creo que sea un mal trabajo, quise hablarte, quiero ayudarte y ya-
-Usted es muy amable joven- 
-Me conmueve tu esfuerzo y… ¿Tu familia?
-No, mis hijos no ven a su padre, ni sabemos que ha sido de su vida, mis padres no me hablan, con mis hermanos tengo poca relación-
-Eva déjame ayudarte- El mesero recogió los platos.
-Un pay de queso con frambuesa para llevar- el mesero trajo la cuenta y el pay.
-Llévale, esto a tus hijos, estaré muy cerca de ti, ten cuidado en el trabajo y cualquier cosa que necesites-
Le metí varios billetes y mi tarjeta con mis datos en una bolsa de su chaleco fosforescente. Salimos del restaurante, le dieron sus instrumentos del trabajo, le di un abrazo
-Mañana estarás por esta avenida-
-No mañana me toca en las calles de la Colonia Hidalgo.

Comenzó a caminar, me espere hasta que su silueta se perdiera  a lo lejos, suspire, mañana iría a buscarla.   

jueves, 18 de agosto de 2016

Me duelen las rodillas

Le tengo miedo a la muerte. Las razones son tantas como los pétalos de un girasol, pero el principal motivo es… que ¡Amo vivir!

Mis amigos y familia dicen que no debo aferrarme, que es algo inevitable... ¡Como si no lo supiera! Admito mi trauma, ya no necesito más psicólogos; pero sé que si le doy la importancia que en realidad tiene para mí esta situación, me volveré loca.

Creo que no puedo aceptar la muerte porque nunca he estado cerca de ella. Ningún familiar o amigo lo ha estado (hablando de ellos), a cada persona que he conocido le pregunto: ¿cuál es su creencia al respecto? pues quisiera saber qué sigue después de esto, ¿por qué tenemos que morir? Nadie puede asegurarme a dónde iré...

Hace tiempo dejé de creer en el cielo y en el infierno, y las teorías espirituales aún no me convencen; pero no miento, todas estas forman parte de mis esperanzas. También adjudico este trauma a mi padre, un hombre de 58 años que parece de 40. Jamás lo he visto fumar cuando está bebiendo y vaya que tiene clase al hacerlo, solo fuma un cigarro todas las noches antes de ir al baño.

Su peor miedo es envejecer. Se pinta las canas de color café, intenta modernizarse pero no es un hombre que se sienta un jovenzuelo; es maduro, pero en su mirada puedo ver que no quiere irse de este mundo.

Como todas las mañanas, papá me deja cerca del gimnasio, pero aún con su ayuda debo tomar un camión para llegar a mi destino. Recuerdo aquel día de enero, bajé las escaleras cantando y saltando, me correteaban sus pasos. —Lo único que me falta es rellenar mi termo con agua y meter el lunch a la maleta— le dije cantando.

Mientras hago esto, él hace su rutina <<mañanera>> que consiste en abrir el refrigerador y comerse una cucharada de miel, seguido de un vaso de jugo verde (que yo preparo para los dos), y se queja pues mi mamá ha tomado su coche para llevar a mi hermana menor a la preparatoria, después bebe un vaso con agua y se calla.

Le doy su maletín negro, tomo mi mochila, siempre está pesada, tengo que llevar la ropa y zapatos que usaré en el día: libreta, libro, lapicera, cartera y otras cosas. —Apaga la luz de la cocina y de la escalera— me dice.

Mi papá siempre usa traje y corbata, dice que la primera impresión es la que cuenta y le creo, pues se dedica a las ventas. —No llega tu madre— dice en un tono molesto, trato de calmarlo... son las 6:50 am, es buena hora pero sale a la calle a esperarla. El auto que le presta la empresa es muy pequeño, lo odia, dice que se siente ahogado. Me abre el seguro de la puerta del coche y entro con mi pesada mochila, la dejo caer y me voltea a ver emanando una mueca extraña.

Enciende el auto y lo deja calentar por dos minutos, a mi papá le molesta mucho que este escribiendo en el celular cuando estamos juntos así que evito eso, aunque mi celular vibre todo el tiempo y es triste, quisiera escuchar música con él.

En el trayecto, papá se toca la rodilla derecha; he de confesar que ya lo he estudiado por más de seis meses, pues suelo hacerlo todas las mañanas en el primer semáforo que topamos al salir de la colonia. Ir con él en el auto tan temprano, me recuerda a cuando era niña y tenía que llevarme a la primaria. Con los dedos presiona su rodilla y con un gesto de dolor…

—Me duele— dice. Son las secuelas de los partidos de domingo de futbol pero nunca falta, ya le he dicho que no vaya cuando se sienta mal pero parece que es <<su manda>>.







Él comienza a autoevaluarse, se cree doctor, hace eso seguido. Cuando yo me quejo por algún dolor, sobre todo si me quejo de mi espalda, me receta un millón de pastillas como si fuera un especialista. —Mis dolores son desgastes musculares— replica.

Después culpa al jugo verde, después a las presiones que le provoca el trabajo. Sea cual sea el motivo, me preocupa. Agacho la mirada, pues hoy algo ha cambiado, por primera vez dice que está envejeciendo, que ese dolor es una advertencia y condena, se está observando las arrugas por el espejo retrovisor.

El silencio ha invadido el ambiente, después cuestiona y reclama el por qué no aprendo a manejar, nuestro rumbo siempre es pasar por el Hospital Regional de la ciudad, ambos observamos por la ventana enfermedad y pobreza.

Papá suele dejarme por el Boulevard López Mateos para que yo pueda tomar el camión. Falta poco para llegar a ese Boulevard, quiero decirle que lamento que el tiempo pase tan rápido, ¡maldito tiempo! Te aborrezco. Una camioneta nos rebasa sin darnos indicación, a mi padre se le escapa una que otra maldición, el tráfico ya comenzó y la gente grita y usa de manera excesiva el claxon.

Al llegar al último semáforo, le aviso —Aquí me bajo— y nunca se me olvida agradecerle por <<el aventón>>. Iba a cerrar la puerta como de costumbre, pero me detengo y tontamente espero que el tiempo también lo haga.

Lo miro a los ojos, le sonrío y lo beso en la mejilla, su piel está helada, me acerco a su oído... —Desearía y espero no olvidar tus historias, realmente me harás falta cuando no estés, cuídate mucho, te quiero aunque no te lo diga a diario— le susurré. Cierro la puerta (quiero llorar), camino, y a través del cristal de su auto pequeño admiro la imagen de mi padre.




miércoles, 17 de agosto de 2016

Queridos Santos Reyes

-¡Mamá, mamá! me han contado sobre los reyes magos en la escuela. -¡Dime!, ¡Dime, si es verdad!- (Gritando y saltando le decía a mamá, ella estaba reposando en un sillón azul que tenemos en la casa).

– Tranquila.  -Dijo mi padre, pero yo ya estaba en los brazos de mi madre dándole detalles de esos tres reyes.

-Mami, cada uno de ellos tiene un animal: Un camello, un elefante y un caballo; año con año, el día 6 de enero traen juguetes para todos los niños.

-Así es hijita, los reyes traen obsequios a los niños y niñas que se portan bien.

-¿Por qué nunca me lo contaste?-

-Sería una sorpresa este año, tu primer año. -Con sus dedos acaricio mi mentón, solo sonreí.

-Debes hacer una carta pidiendo los juguetes que tú quieras- me decía mi papá mientras me cargaba. Me dejo caer suavemente sobre una de las doce sillas del comedor y me trajo una hoja y una pluma.

-Tienes que comenzar así… “Queridos santos reyes”, después les pides los juguetes que quieres, una vez terminada tu carta, debes dejar en un zapato.

-¿Zapato?, ¿Para que ellos quieren mis zapatos? o bueno ¿solo uno?-

Terminé la carta, subí por las escaleras, (me agradan) es fácil correr en ellas aunque no debería de hacerlo; el piso es brilloso y varias tonalidades de color café. Abrí mi closet, todo mi cuarto es rosa, papá le ha puesto mariposas por todos lados y de todo tipo (bueno menos vivas). Tome mis tenis que tenían foquitos a los lados (cada vez que los pisas brillan). Coloqué la carta adentro de uno, y les di un golpecito para que se quedaran brillando.

Estaba ansiosa, me subía a los sillones de color azul, me asomaba por la ventana, encendía el televisor… lo apagaba. Mis papas optaron por llevarme al supermercado, durante todo el camino le pedí a papa que me describiera como eran los reyes, si tenían barba, si eran altos, como era su ropa.

Me subieron al frio carrito, mis muslos lo resentían, mamá tomaba cosas de cada pasillo, le pedí que me comprara mi cereal favorito, son aritos de miel, papá me hizo cosquillas. De pronto vi a varios papás escogiendo juguetes, se lo señale a mi padre.

-Los papas les dejaban recado a los del súper y los del súper ya le tienen listos los obsequios a los reyes- contestó. También me dijo que debía entender que los papás y los reyes tenían una conexión especial.

-¿Entonces cuando yo sea madre, podré hablar con los reyes? –

-Sí hijita- Mami salió de la nada y me beso la mejilla. -¿No quieres ver los juguetes con papá? Mientras yo escojo la fruta.-Si mami, no olvides las manzanas-.

Pelotas, muñecas, juegos de mesa, había de todo, todos los niños iban de la mano de sus padres, algunos estaban haciendo berrinche, tirados en el suelo, otros señalaban todos los juguetes que querían… pude notar que varios adolecentes iban detrás de sus padres, suplicando irse de ese lugar. Fue entonces que la vi… una hermosa muñeca, tenía el cabello en rulos y dorado, con un casco rosa, tenía rodilleras y patineta.

– ¡Esa papá! esa quiero. – Papá, la bajo del estante, eleve ambas manos para poder tomarla, la abrace y desee tenerla, era perfecta.

-Tiene un control remoto- dijo papá. Me emocione aún más.

A lo lejos vi que Mamá nos hacía señas, ya era tiempo de irnos, no renegué. Le conté a mamá del único juguete que quería, era esa muñeca pero ya había hecho la cartita. Comencé a sollozar.

-Deja una nota y tal vez te la traerán- papá intento tranquilizarme. Abrí con fuerza la puerta, corrí de nuevo por las escaleras, y escribí en una hoja de papel:

Pd. Estimados reyes,

Olviden mí otra carta,

Solo quiero la “Dolly patines”,

Ojala les guste el cereal de miel.

Mamá me obligo a dormir, tomó mi cuento favorito “La sirenita”, se acomodó a mi lado y comenzó a leerme,  me dormí profundamente. Al abrir los ojos pude sentir el calor sobre mi rostro, me levante de un brinco…

Baje las escaleras despacio, lo que nunca hacia…y ahí estaba ella la “Dolly patines”, también había otras cosas pero siendo sincera no me importo, era mi primer juguete, esa hermosa muñeca debía mostrarle a mis padres, significaba que yo era  un niña buena, los santos reyes me había obsequiado lo que tanto quería.

Llegue a su cama y les mostré lo maravillosa que era mi muñeca, siendo una pequeña avariciosa le pregunte a papá

– ¿ Hasta qué edad recibiré juguetes?-

– ¡Acabas de recibir tu primer juguete y quieres ya saber cuándo será el último!, ¡Relájate mujercita!- Dijo mi padre en tono serio.

-No, no quiero crecer nunca- Ambos me abrazaron.

Paso una semana,  en la escuela pude llevar a “Dolly”, presumí a todo el mundo las piruetas que podía hacer. Pasaban los días y yo salía todas las tardes con “Dolly”. Cada día aumentaba el nivel, la tarde del viernes me agote en la calle, quería ducharme, así que subí las escaleras…

¿A caso Dolly podría saltarlas?

Me gano la duda y me orillo el ego, por ser tan buena manejando a aquella muñeca, la puse al filo del escalón más alto, presione el botón de avance… “Dolly” se fue desmembrando, me tape los oídos para no escuchar los “trancazos”, salió volando un pie y el casco. Llego al final… baje, tome sus restos y los sube a mi habitación, fui una tonta descuidada, entré al cuarto de mi papás.

-No fue un accidente, lloraba.

lunes, 27 de junio de 2016

-Entrar aquí va ser una perdición-
Me dijo mi amiga y me nalgueo, sonreí, todos brincaban, la música a todo volumen, pude ver a varios de mi salón actuando como nunca. La mayoría  cargaba en sus manos un vaso con un líquido negro, estaban alucinados, probablemente sintieron y  pensaron que sería Brandy pero solo era coca, ¡Alucines!
En un asiento blanco caían los holanes de mi falda holgada, las penumbras de colores bailaban sobre ella. Natalia, mi amiga se olvidó de mí, se fue a la pista a bailar. Natalia estaba desatada, al ver como movía su cadera y piernas, yo comencé a mover los hombros, después las manos, sabía que mis movimientos no eran sensuales como las chicas que perreaban en la pista pero me agradaba la idea de sentir la música.
Natalia corrió hacia mí y llevo  a la pista, baile como nunca. El sudor corría por mi espalda y piernas. 
-Auch, ca…- grite
-Perdón, perdón-
Un tipo, me había metido un codazo. Comenzamos a mover nuestros cuerpos, acercándonos, tomo mis hombros con las manos y me dijo:
–Quieta-

Y ahí nos quedamos…quietos, en medio de la pista nos comenzamos a besar. 

jueves, 12 de mayo de 2016

He guardado
He guardado para ti, mis mejores años
Mis inéditas caricias
Y los más dulces besos
He guardo para ti, una parte especial de mi
Que no se compara con nada
He guardado felicidad para matar tus tristezas
He guardado paciencia para cada uno de tus egos
He guardado abrazos para tu alma rota
He dado lo peor  guardado lo peor de mí, para darle lo mejor ahora,

He guardo eso que necesitas y que todos buscamos. Te he guardo mi amor.  

jueves, 5 de mayo de 2016

Uno no es ninguno

Después de 48 horas de descanso, vuelvo a mi turno. Saludo a mis compañeros, veo a mi Amada esposa por un instante… le regalo una sonrisa y camino hacia mi área.

-¿Estas despierta? -muevo a mi compañera Ana, la cual tiene los codos en la mesa y su cabeza agachada-.

-¡Sí!, no grites. ¡Siempre has de venir con tu buen humor Galván! -Yo, sólo pensaba en la historia complicada que tenía el día de hoy-.

 Tengo un paciente con obesidad mórbida, pesa alrededor de unos 170 kg (quizá más). Es padre de dos niños (de quince y diez años), tiene una esposa irresponsable. Hoy, ellos esperan algo de mí, algo que ningún enfermero tiene que hacer. Esperan que le de unas palabras de aliento y/o de esperanza, pero no siento en lo más mínimo aliento; ésta situación me llena de rabia pues sé que se pudo evitar.

La sociedad nos critica, trabajo en un hospital donde los recursos son pocos, piensan que nosotros los dejamos morir, las personas se plantan afuera del hospital y ahí pasan días y días.

¡Sí!, existen personas que solo ocupan un lugar, tengo un paciente que tiene una fractura en el dedo (una pequeña fractura), y esta postrado en una camilla esperando cirugía cuando podría estar en su casa.

¡Ni hablar, de los materiales que tenemos!, las camillas antañas, la falta de sabanas. A veces suelo comprar: jeringas, algodón, alcohol, entre otras cosas…

A todas horas llega la desesperación y los gritos disfrazados de personas, al área de urgencias. Olvidan que cuando sucede un accidente solo tienes de dos sopas: Morir o vivir; y que estés consiente te da una gran ventaja para la segunda opción.

Ahora estoy entrando a la habitación… la irresponsable esposa está tomándole la mano a su moribundo esposo. A su lado, abrazando su espalda y cintura esta su hijo de 10 años. En la puerta esta su hijo de 15. Esto no será literal para muchos, pero realmente huelo el arrepiento. Hace semanas iba a golpear a aquel adolecente, le grito a su padre: “Ojala estuvieras muerto, eres una carga” creo que jamás pensó, que algunos deseos se cumplen.

Observé aquel cuadro triste. ¿Cómo es posible que llegues a ese peso y no hagas nada? seguía pensando. No resistí y salí.

Espere a que la familia saliera, abrace al hijo menor, le di una palmada al niño mayor, y a la esposa solo le di el pésame por adelantado. Entre al cuarto y hable con él.

A la media noche pude ver como sus latidos se detenían… me quede con él, hasta que murió.

martes, 3 de mayo de 2016

Suicidio

Una, dos, tres, no puedo, no puedo aventarme de este banco de madera, mi cuello esta rojo por tanto muelleo, mis cachetes están humedecidos por tantas lágrimas, tenía otras opciones: pastillas, una bala pero creo que soy muy cobarde.

Sobre el muro de mi madre, he dejado el dinero suficiente para mi familia y amigos escapen, aunque lamentablemente no para que sobrevivan, también deje cuatro cartas, en ellas me despedí de mi papá, de mi mamá, de mi mejor amigo y de sacerdote de la parroquia a la cual solía ir todos los domingos.

Es sencillo, tome malas decisiones y no quiero que le hagan daño a mi familia, me desespere de baja economía, lo poco que gana mi Madre lo invertía en comida y en gastos de la casa.

Mi padre no podía hacer nada por nosotros, estaba condenado a una silla de ruedas, condena que pagábamos todos, lloraba y se humillaba todos los días, estas fueron las dos razones principales para que yo  me metiera en problemas.

Le mentí a todo el mundo, comencé a vender droga en mis círculos cercanos, ¿Cómo fue mi vínculo con ellos?

Un día cansada de la escuela y de la casa, me dispuse a ir a un antro de la ciudad, “Hoy, jueves no pagan las mujeres”, decían el anuncio, iba sola, la música me envolvió como una sábana, se me acerco una chica con facciones muy extrañas, todo en ella era grande y largo, su nariz puntiaguda, sus ojos y extremidades.

Bailo conmigo mucho rato, después me llevo al baño, abrió mi boca con su mano y colocó una pastilla en mi lengua, me dio una tarjeta y se fue. Me acerque al espejo a una distancia completamente tonta para golpearme en la frente, tome con todos mis dedos mi ojo izquierdo, lo abrí y mis pupilas estaban súper dilatadas.

Salí y baile como nunca, no bebí, no solía hacerlo. Sonó la alarma, tenía que ir a la escuela, me sentía fatal, no podía levantarme de cama, le hable a mi Madre, y me ayudo a levantarme.

-¿Qué pasa contigo hija, no eres de fiesta ni de vicios, por qué llegaste así?

-No tome mamá, solo estoy cansada, le dije

Me llevo hasta la regadera, el agua logró despertarme, estado en clases pensaba en aquella mujer que me dio esa pastilla, ¿Por qué así?, ¿Por qué sin decir una solo palabra?

En el receso, le conté a mi mejor amigo todo lo que paso, solamente se rio. Me acompaño hasta mi casa, comí con padre, llore con él y pensé de nuevo en esa mujer.

¿Dónde deje su tarjeta? Moví todo de mi cuarto, no la encontré. Esa noche volví a ir al antro, page el cover de 100 pesos, esperaba que valiera pena gastar mi ahorro de varios días… en serio, así de mal estaba mi economía.

La encontré acechando a otra chica como a mí, cuide de que no me reconociera, la llevo al baño como a mí y ahí la encaré.

-¿Qué… quieres más?, me sorprendieron sus palabras y le dije que no,  moviendo mi cabeza de derecha a izquierda

-¿Quién eres, y por qué me drogaste?

-¿No te gustó?

-Sí, pero…

-Anda, son 500 pesos.

-¿500 pesos?, pensé

– Lo supuse, no tienes nada, respondió y camino hacia la puerta

-Espera, ¿Cuál es tu nombre?

-Eso no es importante, si te quieres divertir, consigue dinero y márcame, te día mi tarjeta ayer.

-La perdí, y no te buscaré porque no tengo dinero, no es mi prioridad, estoy estudiando

Cuando le dije esto regreso y me dijo vámonos, ella sabía que yo era un blanco fácil. Supo leer mis necesidades, antes de contarle toda mi historia. Jacqueline, me invito a cenar, ahí le conté mi situación… La muy perra disfrazo sus objetivos con compresión, me propuso lo que ya saben… Vender drogas.

Comencé muy bien, nadie en la preparatoria vendía drogas, me emocione, pues aportaba lo que necesitábamos en mi hogar, les daba a ganar tanto que me obsequiaron una silla modernísima para mi padre.

Nadie sospechaba, mi madre estaba orgullosa, le comente que trabajaba de asistente en un despacho, de un despacho importante. Un profesor me encontró un paquete en la mochila, creí que todo acabaría ahí, pero no, él también se convirtió en uno de mis clientes.

Jacqueline, me invito a una reunión donde pude conocer a los “Mayores”, ellos dominaban toda el tráfico de drogas en mi región. Me dieron la orden de avanzar más, ya sería como Jacqueline, iría a los antros y abordaría. También me pidieron que fuera a preparatorias cercanas…. Lo hice.

Era una de las mejores vendedoras, si no es que la mejor. Día a día, el miedo iba creciendo en mí, sabía que no podía salir de ahí nunca.

Un domingo decidí ir a iglesia, me forme para poder confesarme, me arrodille en el acolchonado banco y pedí perdón, el padre mi pidió que hablara con mis padres y me entregará, pero no lo hice, sólo me quede a orar lo que el padre me había exigido.

Me habían regalado un auto, nos habíamos mudado del barrio donde vivíamos. En las fiestas que nos hacían los “Mayores”, Jacqueline se comportaba como extraña conmigo, me tiraba una carilla fuera de lugar.

Esa noche uno de los “Mayores”, Tadeo, me dio una tarea especial, me pidió que llevará un pedido con un valor de 500,000 pesos. Lo guarde en mi mochila y seguí la fiesta, maneje a mi casa, note que alguien me seguía, no le tome importancia, entre a mi fraccionamiento y baje, de un carro negro salieron varios tipos, me pegaron contra la pared y se llevaron la mochila.

Entre alteradísima a la casa, me encerré en mi habitación y le hable a Jacqueline, la muy perra me regaño y me dijo que los jefes estarían molestos.

Al día siguiente, nerviosa le marque a Tadeo, le explique la situación y me dijo que a él no le importaba que necesitaba ese dinero para mañana.

-Mira, princesa, se dónde  vas, a qué hora estás en tu casa, también sé que tu padre va a rehabilitación cada miércoles, tu madre va al súper cada tercer día, tu mejor amigo vive en Valle Nuevo, así que o me traes mi dinero o atente a las consecuencias.

Me tenían vigilada y peor aún a mi familia.- Sí, pero yo no tengo ese dinero, yo no sé quién esté implicado – mi voz temblorosa explicó-

-Vaya pues, arréglatelas como puedas-

Esa tarde, revise mis cuentas, le pedí a mi madre que me prestará, aun así no conseguía una cantidad fuerte, hable con Jacqueline y la cite en un café.

Platicamos de toda la situación, al final me dijo la verdad, ella me había robado, me quería fuera, me dijo que no me harían nada, pero ella, tontamente no sabía en todo el enredo que me había metido, no se me ocurrió grabar lo que me había confesado.

Le marque nuevamente a Tadeo, no me contesto, le mande un mensaje explicándole y suplicándole por mi familia, no le dije la verdad, que había sido Jacqueline, ¿Para qué?, no quería cargar con su muerte.

Y aquí estoy, en el borde del banco, a punto de saltar de el…

lunes, 2 de mayo de 2016

Los árboles

Mi dedo índice guiaba cada renglón del libro “Patrimonio de la Humanidad”; estaba rodeada de papeles con apuntes, mi bolsa se había caído al suelo y con ella mis pertenencias pero no me había tomado la molestia de levantarlas.

Me apuntaron con una linterna; me encontraba hasta el fondo de la sección de Cultura y me encandilo la luz (ya que yo sólo tenía una lámpara pequeña que apuntaba a los textos del libro).

—Disculpe, ya se terminó el servicio de la biblioteca, mañana la esperamos-. Cerré los libros, junté mis papeles, levanté mis cosas del suelo y salí (mañana tendría un examen difícil).

Saque el teléfono de mi bolsa… apagado. ¿Cómo iba regresar a casa? ¿Cómo le llamaría a mi padre?

Estaba recargada en la entrada de la biblioteca, me gusta su estructura (todo es de cristal). Un guardia se me acercó y me pidió permiso para cerrar las puertas.

Prendí un cigarrillo… tenía miedo, pues tenía que cruzar un parque repleto de árboles enormes. Por la mañana ese escenario no era tenebroso, podías hacer un picnic, pero a estas horas para cruzarlo debías ser más valiente; respiré hondo y caminé. No tenía otro camino alterno para llegar al teléfono público, tenía 15 años y no sabía cómo regresar a casa. Apague mi cigarro y me adentré a la peor experiencia de toda mi existencia.

Tronaba mis dedos, daba pasos tensando las rodillas, estaba a punto de llegar cuando sentí un aroma distinto; me rodearon dos hombres, uno tapó mi boca con un pañuelo (estaba empapado de una sustancia que desconozco), tontamente los empujé e intenté caminar para enfrente. Gritaba, pedía ayuda… ¿Acaso los guardias de la biblioteca no podían escucharme?

Me tiraron, uno de ellos tenía una gorra y el otro tenía los ojos azules; pude notarlo, no sé cómo pero pude hacerlo. El de gorra comenzó a quitarme los pantalones mientras el otro inmovilizaba mis brazos.

—Eres una niña sucia — me decía el otro imbécil, después besaba mi frente y jalaba mi busto con fuerza hacía arriba, mis pantalones no bajaron por completo (mis apretadas botas no los dejaban), aun así se colocó entre mis piernas, las estiro más hacia los lados y me penetró; lloré y apreté los puños, les suplicaba que pararan pero ellos seguían forzándome.

Se escuchaba el crujido de las hojas y como se rompían mis pantalones. El tipo abría más y más mis piernas… uno de ellos dijo que era su turno (ahora el que tenía los ojos de color azul) se montó e introdujo su miembro en mí; ambos comenzaron a darme cachetadas y después golpes en las costillas y la cara (esta es la segunda vez que lo hago, la primera vez que conté esto fue en la delegación).

Ellos reían, se bofaban, gemían, se vanagloriaban. Yo solo lloraba, ya no tenía fuerzas, se llevaron mis cosas, se llevaron mi alma.

Un llanto taladró mis oídos, ya no sentía lo frío de la tierra, estaba en una camilla, algo o alguien movía mi cuerpo, tiré un golpe intentando defenderme aún, eran paramédicos.

— ¿Dónde la encontraron?, esa y más preguntas escuchaba, era la voz de mi padre. Mi madre tomaba mi mano y comenzó a cantarme (lloraba y maldecía). Estuve varios días en el hospital, no quede embarazada, me rompieron varias costillas.

No quería ver a nadie cuando me dieron de alta, solo fui a dar mi declaración; varios periódicos me buscaron, ¿Acaso querían que transmitiera cómo se siente que alguien te viole? ¿Ahora si querían prevenir? ¡¿Dónde carajos estaban los guardias?!

Me encerré por semanas en mi habitación (para poder descansar debo tener las luces prendidas). Ahora estoy tomando terapia y esto es parte de ella; no entiendo por qué a mí, me quede en la biblioteca estudiando para un examen, no entiendo qué clase de cosa hice para merecer esto. Todos dicen que saldré adelante de esta experiencia, ya han pasado años y sigo sin encontrar un motivo suficiente… para perdonar y superar.

viernes, 29 de abril de 2016

Chico Malo

Es hora de irse de fiesta, viernes por la noche, sólo te queda esperar al bobo que te llevará, caminas por todo tu cuarto, analizas todos tus ángulos en el espejo, le escribes a tu mejor amiga, le escribes a él, a ambos les das aviso de tu pronta llegada.

Subes al auto y aunque fue poco lo que caminaste al sentarte descansas, estiras los pies, ves cómo se marcan las venas en tu piel, te relajas. Eres copiloto de un chico bueno, al cual estas usando para darle celos al malo, al galán. Le sacas plática de su día aunque para ser sinceras ¿A quién le interesa?

Abres tu cosmetiquera, sacas tu labial MAC Ruby Woo, te retocas los labios y acomodas los mechones de tu cabello, tu galán temporal no deja de verte. Ya quieres llegar al lugar, la casa es linda, las ventanas retumban por el sonido.

Al bajar te pones derechita de la cabeza a los pies, algunas miradas acechan tus piernas y a tus tacones rojos… Son más mujeres las que te observan que hombres, es lógico, está comprobado que las mujeres se visten para las mujeres, “No más para criticar”. Aun así logras tu cometido.

“Los vio, los vio”, dices a tus adentros, el chico malo vio tus piernas, al ritmo de la canción se acerca y te baila, sonríes y dice: – ¿A dónde nos vamos? –

Tomas su mano y lo llevas a la cocina de la casa ya comienzas a besar su cuello, él toma tu cintura, y susurra: – Larguémonos-

Montas su motocicleta y lo abrazas, sus miradas al frente, están trasladándose por el Boulevard Aeropuerto y al girar en la glorieta detrás de ustedes está un agente de tránsito, tienen el típico nerviosismo que siente todo mundo al descubrir que una autoridad los acecha,

– ¡Nos va a parar!- le gritas. Y él baja la velocidad, no de golpe, si no poco a poco, idealizas que así son sus caricias, lentas.

Tratan de disimular, al fin pueden avanzar, el agente pasa por la derecha… Sientes el aire entrando y saliendo por tu piel, hace frío pero ya sabes que en un rato obtendrás calor.

Desde donde están pueden ver toda la ciudad, bajas apoyando el pie derecho duro en el cemento, te da la mano para que tu bajar sea más fácil y das un saltito, te tambaleas él te vuelve a tomar por la cintura y pasa su brazo por tu cuello; te da un beso en la frente. Tu teléfono vibra y suena tu madre está llamando.

-Es mejor que lo apagues no querrás que nos interrumpan tan bella noche- dice.

miércoles, 27 de abril de 2016

Nos quedamos solos...

Nos quedamos solos, al fin solos, el agua que caía del cielo hacia música en el suelo, mis manos estaban heladas las coloque en su cara para que él lo notara, se las llevó a la boca, las beso, eso me excitó.

Como una niñita giraba el banco en el que estaba sentada frente a la barra de cristal, eso es realmente provocador.

-Deja de Jugar-me dijo.

-¡Ash!, ¿Tienes otro juego mejor?

Me miró. Estaba consciente de lo que estaba sucediendo, esto era una provocación. Me sentía tan activa, que a pesar del frío que hacía podría correr cien kilómetros con él, pero ésta energía la utilizaría para algo mejor.

Llevó los platos al fregador y regreso, me abrazo por detrás. Sus manos estaban en mis pechos, empezó a hacer círculos y después con su dedo índice marcaba una línea entre ellos.

Me giro hacia él, quito mi playera de rayas, se colgó de mi pequeño labio superior al mismo tiempo abrió mis piernas y las coloco en sus caderas.

-Me vas a tumbar- susurré.

A él no me importo. ¿Les mencione lo bellas que son sus manos? Tengo una rara manía por las manos anteriormente había visto lindas manos. Me fijo en su grosor, las líneas, las uñas y el color que éstas tienen; por ejemplo yo heredé las de mi abuela: manos suaves y dedos largos, las de mi madre son pequeñas y de color amarillento pero aun así me gustan porque siempre hay calor en ellas.

Besaba mi cuello y lo succionaba, mi cabello y su cabello bailaban, levantaba mis femorales y me empujaba hacia el cierre de su pantalón. Me libre de sus fuertes brazos, lo mire a los labios, después al cuello, acaricie el botón de su pantalón y lo desabroche, metí mi mano. No sabía cómo debía moverla así que le dije y creo que fue más excitante, ayúdame.

Soy adicta a él, soy su hiperactiva sexual, soy adicta a su aroma y  a su voz, ahora entiendo a todas las personas cuando dicen “tengo ganas”, pues cuando estamos juntos, el sexo y amor no tienen diferente significado, él sabe dónde es el punto exacto y adecuado, me refiero a tiempo, movimientos y palabras…

jueves, 21 de abril de 2016

Caja con pinturas

Al fin me rendí, tres semanas consecutivas rogando por una mascota. Mis papás siempre tienen “la razón”. Total, ya superé a Fabián…

Fabián duró 5 años con nosotros. Mis papás lo compraron cuando se casaron, después nací yo.  Ese can fue mi adoración, era un imponente pastor alemán pero como todo lo bueno que tengo se va, en este caso papá lo regaló debido a que el perro era “rebelde”.

Intentábamos amarrarlo y no quería, cuando salíamos en el carro Fabián nos seguía. Un día se metieron a la casa a robar; el pobre perro no hizo nada.

Me lo arrebataron… Mi familia y yo tenemos la costumbre de ir todos los domingos a nadar al club, mi padres aprovecharon e invitaron a mis tíos y primos, me quedé con ellos, mientras mis padres desaparecieron por unas horas, ¿Qué podía hacer? Divertirme obviamente. Jamás imagine que me separarían de mi primera mascota. Ahora comprendo que mis papás han sido los principales creadores de mis traumas.

Regresando al tema, no sé por cuántos días lloré o cuántas veces le saque la lengua a mi mamá. ¡Ya han pasado tres años! ¡Necesito un perro! Le decía a mi padre mientras conducía.

-Espera te llevaré a un lindo lugar-

No recuerdo a la perfección a dónde fuimos, es una laguna mental, suelo tenerlas. Mi padre se bajó del auto, no me intereso, así que me distraje con el panorama que podía ver a través del cristal.

Papi colocó debajo de mis piernas una caja cerrada en cuatro partes, nunca he podido aprender la técnica de como cerrar así las cajas.  Corrió para subirse al auto y arrancó.

– ¿Que tiene esa caja papá? Él sonrío, estiró su mano y me obsequió una paleta de chocolate, la abrí de inmediato.

-Princesa, pásame una pintura de esa caja-

Me agache, abrí la caja y… Eran dos perros dorados, saque uno ni si quiera me di cuenta de que papá se había estacionado. Él tomo el otro, eran una hembra y un macho. ¡Eran dos! ¡Dos lindos labradores!

miércoles, 20 de abril de 2016

Si te quedas callada

Si te quedas callada, a la larga te hará daño en la garganta, y ya no podrás cantar.
¡Me dejó mamá!, digo esto tres veces entre sollozos. Me duele mucho, en serio, yo lo quiero. Voy a extrañarlo.
Te dije que eras joven para tener novio, te conozco eres… Sentimentalmente vulnerable, como yo. Gracias por heredarme tan bella cualidad- pienso
-Mami, así llega el amor, ¿Cómo puedes pensar que yo busque hacerme daño?
-Cuéntame, ¿Que paso?
-Solo déjame subir a mi habitación
– Mañana tienes la audición, no quiero que faltes ni te deprimas por un niño que no sabe lo que quiere
Me levanto del sillón y subo, las lágrimas acaparaban mi vista. Sobre la cama pedí ya no despertar, era dramática a mis catorce años.
Mi primer desamor. Duramos seis meses, me dejó por mi mejor amiga cuándo me había dicho que yo era la más linda, inteligente, divertida y otras mentiras.
No quiero que amanezca, me pongo los audífonos y escucho a Guns N’ Roses. Las 9:00 pm no suena el teléfono como de costumbre, Ángel me llamaba todas las noches. Si mi padre contestaba antes que yo o mamá, inteligentemente poníamos el pretexto “Le o me explicará la tarea”, aunque no podríamos charlar por más de una hora pues levantaríamos sospechas.
9:30, sigo en cama, deseo torturarme, así que… Releo sus cartas, abrazo los peluches que obsequio, me pongo la sudadera que olvido hace días. A diferencia de cualquier otra chica que hubiese tirado, roto o quemado todo lo de su ex, yo quería conservarlo; era especial cada punto y coma plasmado en esas hojas de papel.
9:33, solo han pasado dos minutos y sigo igual, la escuela será intolerable ya me vi mañana aguantando a todas las chismosas e hipócritas del salón teniéndome lastima. Quiero llamarle pero no lo haré, soy buena persona para que lo meto en problemas a Ángel con mi “amiga”, con su nueva novia…
También quiero tomarme tiempo y espacio, faltar a clases estaría de lujo (Demonios esa es su frase, de lujo) mañana o bueno el resto de la semana pero no creo que la Maestra Olivia me acepte el justificante “Fisuras en el corazón”.
A ritmo de November Rain, cierro los ojos y recuerdo nuestro primer beso. Mamá entra a la habitación con el teléfono inalámbrico en las manos, me levanto y temblorosa lo tomo, ahora sé que ella también quería torturarme ya que no me dijo quién era solo me acerco el teléfono, me beso en la frente y se fue.
– Bueno
– Amiga tienes que contarme todo, ¿Ya me marco la tipa está diciéndome que Ángel y ella ya eran novios?…. Y en serio lo siento, pero ¿Cuéntame cómo te corto o lo cortaste tú?

Jannet no paraba de cuestionar, respire hondo, estaba a punto de colgar pero bueno es mi mejor amiga debe de saber y yo debo desahogarme.
Nos encontrábamos afuera de casa de Karen, discutíamos ya que desde hace días veía que estaba muy cerca de ella, mi amiga, si no escribo su nombre es porque no puedo tolerar pronunciarlo.
Karen con una caja mediana forrada por un papel rojo llena de calcomanías; calcomanías con nuestras iniciales, olvide mencionar que hoy cumplimos seis meses de relación. Esto se ponía más tenso, Karen me regalo una sonrisa llena de lastima y entro a su casa. Ahora sé que ella sabía todo. Y tal vez este regalo fue planeado hace meses y como consolación Ángel tuvo la estúpida idea de dármelo.
Abrimos la caja, ¡Es una rana! – grite, él comenzó a hacer el sonido que emiten las ranas, un lindo peluche. ¿Por qué me habría de obsequiarme algo y después cortarme?
Caminábamos rumbo a mi casa, chispeaba, las gotas caían sobre su pegada camisa azul, él tiene un cuerpo muy atlético y eso me gusta bastante, ya que cuando lo abrazo puedo sentir su abdomen marcado. Temía que mi peluche se mojara, pero él hacía que olvidara todo, hasta esa preocupación.
Le exigí que nos fuéramos por la banqueta algunas casas nos cubrirían, iba detrás de él sujetando su mano, empezó a decir “Todas las cosas pasan por algo”, me pare en seco, estábamos a una cuadra de mi casa. Lo abrace y le dije, Piensas dejarme, bajo la cabeza hasta mi hombro y dijo Sí.
Cuando dijo esas palabras yo me convertí en lluvia, quería darme explicaciones, le suplique que se callará no necesitaba detalles de ¿cómo se enamoró de ella? o peor aún ¿Qué hice para que él me dejara de querer?
Escuchaba unos suspiros y lamentos
¿Jannet estás ahí?
-Es tan bello y tan triste-
No me siento bien Jannet, quiero dormir, solo te diré que se disculpó porque según Él, perdí mi tiempo y no soy la adecuada, yo creo que son pretextos, ¡Ah! Y que extrañaría mucho mi voz. Mañana te veo Jannet, debo colgar.

sábado, 16 de abril de 2016

Mi primer cicatriz

En la mesa había una pirámide de emparedados, a su lado, una nota que decía: “Limpian la casa”.

Mamá solía prepararnos unos deliciosos sándwiches para almorzar, pues ella y mi padre salían a trabajar desde temprano. Mis hermanos y yo nos repartíamos las actividades de la manera siguiente: escribíamos en pequeños papeles las áreas de la casa, después los doblábamos y los metíamos a un bote de plástico; luego los revolvíamos. Yo, por ser el más pequeño tenía que ser el primero en sacar mi papel. Después contábamos hasta 3 y los podíamos abrir, ellos comenzaban a reír y a “echarme carrilla”. Hoy tuve mala suerte, baños y cuarto de mis papás me toco,  eso es lo más pesado de la casa.

César estaba viendo la televisión, le dije –Comienza, se hará tarde y terminando esto queremos salir a jugar futbol- . (Enfrente de mi casa hay un parque enorme y el pasto está perfecto). Hizo caso omiso, siguió embobado en la televisión.

Yo comencé por tender la cama de mis papás, a Christian mi hermano mayor le había tocado la cocina, después recogía la ropa tirada, la colocaba en un cesto para que mi madre la llevara a la lavandería.

-¡Ay!- se escuchó un grito -¿Qué paso?- pregunté, pero nadie contesto; escuche como alguien azoto una puerta; vuelvo a preguntar pero nadie contesta.

Salgo de la habitación de mis padres y César aún sigue embobado en la televisión. Bajo las escaleras y afuera de la puerta del baño hay sangre, es un camino de sangre lo sigo y termina en la cocina…

En la barra cristal de la cocina donde solemos desayunar hay un “cuchillo cebollero”, así le dice mi mamá; supongo que por su tamaño, está lleno de sangre… Voy corriendo al baño toco la puerta, y escucho algunos sollozos.

-¡Me corte Luis, me corte!-

-¡Abre la puerta por favor!-

-¡No puedo, me duele!-

Empujaba la puerta pero obviamente jamás podría tumbarla, corrí por el teléfono inalámbrico y subí las escaleras, le grite a Cesar –Christian está herido-

Debía hablarle a mis papás, pero no quería asustar a mi mama, no importa no sabía que tan profunda era la herida de Christian, dijeron que vendrían enseguida.

Tenía curiosidad de ver a Christian así que baje nuevamente y pegue la oreja a la puerta, después de esperar por cinco minutos y solo escuchar agua cayendo sobre el lavadero… la puerta se abrió poco a poco…

Christian tenía en la mano izquierda tenía una toalla pequeña. Sus ojos estaban muy rojos, le dije

– Quítate la toalla quiero ver-

Comenzó a deslizar la toalla con la otra mano, la cortada era profunda y larga, comenzaba en el dedo índice y terminaba en la esquina de su muñeca, era una cortada inclinada y no paraba de sangrar. Le dije que ya venían mis papas en camino pero el suplico que le bajara el agua oxigenada para que no se infectara, tal vez tenían que inyectarlo porque podíamos ver la piel interna.

No quería dejarlo solo, se presionaba. Julio bajo y estaba de curioso quería jalarle la toalla pero Christian ya no quería quitársela, mande a Julio por el agua oxigenada, subió quejándose, había un batidero de sangre en el baño, en el lavamanos ya no tanto, pero el rollo de papel estaba muy manchado, lo tire a la basura y le dije a Christian que no se preocupara que mis papas venían en camino.

Se sentó en la sala, apenas venia Julio con el agua oxigenada cuando mi madre abrió la puerta desesperada, venía muy preocupada; mire feo a papá como si a él le importara que yo estuviera enojado ahora.

Arrancaron en el auto… todo fue tan rápido, le dije a Julio que limpiara la cocina, yo limpiaría el baño.

Con una franela limpie la sangre del piso, después con una esponja talle el lavabo y con el mechudo trapeé el piso, termine de limpiar el cuarto de mis papás, ya había pasado una hora y no teníamos noticias de Christian.

A esa edad uno piensa lo peor, Julio hasta me sugestiono con que Christian ya no tendría mano. Buscamos apodos para él, “Luke” decía Julio, “Capitán Garfio”, lo reté.

Seguíamos nerviosos así que prendimos la tele, me quedé profundamente dormido, esto lo supe cuando frente a mi cara Christian movía su mano vendada y sonreía -Mi primer cicatriz- dijo.

miércoles, 13 de abril de 2016

De niña a mujer

Otro día más en la secundaria, me descobijo.
-Tengo que ir -me cobijo y digo-  -No, no tengo que ir.
Después de regalarme cinco minutos de sueño, logro levantarme de mi cómoda cama.
Estoy cansada, con los ojos cerrados cepillo mi cabello; estoy imaginando que se ve bien, que solo necesito unas pasadas, pero cuando los abro parezco un león (hay friz en todos lados).
Para variar me toca inglés, sé que es una estrategia educacional.  Que mis profesores piensan que por las mañanas mi mente está fresca y hambrienta de conocimiento, como mi estómago.
Comienzo a cambiarme. Empiezo por las medias largas y blancas, me gusta subirlas al ras de las rodillas; la mayoría de mis compañeras las usan abajo (supongo que hay que mostrar la pierna pero a mí me da frio y también me da igual).
Después, mi lindo conjunto interior rosa palo << ¡Rosa palo!>>. Ja, ja, ja, eso suena como albur o como título de novela.
–¿ya estas lista? -mi mamá toca la puerta con una desesperación-
Aún con esa presión no pierdo la calma y le contesto con un sutil: – ¡Voy!
No quiero comer nada. Me duele el estómago, no sé qué diablos me hizo daño; ayer cené algo ligero, solamente bebí un vaso enorme de jugo de naranja.
-Ya llegaron por ti -escucho con tono chiqueado a mi hermana menor (ella suele madrugar para ver las caricaturas)
Subo al auto del papá de mi mejor amiga, me gusta su color rojo quemado. Intento no quedarme dormida. Vanessa, mi mejor amiga viene cantando, así que creo que será imposible.
Al abrir la puerta del automóvil, mi pie derecho toca primero el pavimento, al hacer este movimiento noto que por mi pierna corre sangre y ésta se estampa al llegar a mi calceta blanca.
Bajo la otra pierna. -¡Demonios! ¿Dónde me corte?
No me duele nada, (viene de entre mis piernas). Ya me manché la calceta; volteo al sillón del auto por si acaso lo manché, pero no… Doy un paso más y algo escurre.
-¡Demonios! -le digo a Vanessa, que me mira apenada y me dice al oído:
–“Ya eres una mujer”.
-¿Mujer?…  ¡Siempre lo he sido!, ¿A qué se refiere?
Ella me lleva al baño. A cada paso que doy, aprieto mi entrepierna (tengo miedo de que me salga más sangre); Entro al baño y veo toda mi pantaleta manchada. ¡Dios mío! ¿qué me paso?
Vanessa me dice: -Relájate, iré a la enfermería.
No podía seguir así… quería llorar, sentía vergüenza (no sabía que me estaba pasando). Vanessa no demoró para mi fortuna y me paso por debajo de la puerta una bolsita verde.
-¡Úsala!
-Vanessa, no se usarla. -Soy inteligente, supongo que esto va en la pantaleta pero… ¿y mis calcetas? siento un abrupto dolor arriba de mi pelvis, es como si me estuvieran presionando con 100 fajas-.
-¡Cólicos! ¡Son cólicos! -grita Vanessa- como si  ella estuviera pasando el mismo dolor que yo, (creo que tengo que ir al médico).
-Vanessa, esto no es normal.
-¡Claro que es normal!, solo que tu madre no te explico nada sobre esto. –menstruación.
-¡¿Menstrua, qué?!
-Pero tranquila, le pediré al rector que le hable a tu madre.
-¡¡NO!! mejor háblale a la enfermera, anda.
La enfermera toca mi puerta y salgo (con pedazos de papel me traté de quitar las manchas). Me decía muchas cosas pero solo reaccioné hasta que dijo
-Tu papá ya viene para…-  ¿Papá? ¿en serio? ¿Lo sacaron del trabajo?
-¡No!  -dije rápidamente-. -Tengo demasiada vergüenza para que él venga (pero bueno creo que es mejor que esto quede entre familia y no que toda la secundaria se entere).
La enfermera le indica a Vanessa que se vaya a clases (supongo que ella me llevará a la entrada). Mientras caminaba, observaba el color rojizo que quedo en mis piernas a pesar de haber tallado con fuerza. Amablemente la enfermera me dio una bata para ponérmela arriba del uniforme (que me llegaba cerca de los tobillos), así no se verían las manchas en las calcetas, pero cuando me la coloqué… me sentí observada por varios alumnos e incluso compañeras de mi grupo.
Fue eterno llegar a la entrada, ahí estaba mi padre; corrió, me abrazo y se dirigió a la enfermera.
-¿Qué le pasó? ¿Todo está bien?  -La enfermera no le había dicho nada sobre mi menstruación, solo le dijo: -Llévela a casa y que se prepare un té. Me llevé la bata. Temía manchar otra cosa; en cuanto subí al auto prendí el estéreo a un volumen adecuado para no escucharlo, <<insisto>> tenía mucha vergüenza.
Creo que ya lo sospechaba y fue prudente pues no dijo ni una sola palabra. Al llegar a casa me abrió la puerta del auto y me avisó que tenía que regresar al trabajo.
Estaba sola en casa; comencé a investigar por mi cuenta, pues mi madre llegaría hasta la cena. Y fue así que descubrí  lo que me pasó, y no es que ahora sea una mujer. Esto nos ocurre a todas las mujeres o a la mayoría… y será cada mes.

martes, 12 de abril de 2016

14 de Febrero

A mis escasos 12 años, soy un ferviente creyente del amor, estoy completamente enamorado de una chica que tiene una enorme sonrisa, y a pesar de que es más alta que yo, suele usar la falda hasta los tobillos por obligación de su madre.
Estoy muy nervioso, le intentaré robar un beso; nuestro primer beso, a pesar de que ya tenemos más de un año de ser novios. Me muero por verla. Hoy, por fin de varios meses podremos descansar de aquel uniforme azul. ¡Tendremos la kermes del 14 de febrero!,- “por cierto, no debo olvidar llevar los refrescos para el puesto de rusas”-  que mi grupo y yo, atenderemos.
Respiro hondo y empaño un poco el espejo de mi baño, me quito los lentes, lavo mi cara y cepillo mis dientes, ¿¡Cómo me peinaré!? -Pienso preocupado por querer cambiar mi aspecto-.
Tal vez debería seguir con mi tradicional línea de lado-la cual ya no necesita el peine para ser marcada- quizá deba levantarme el cabello con gel… Debo inspirarme, sí un cambio me vendría bien el día de hoy.
Encendí mi súper estéreo –obsequio de mi hermano mayor. Bueno, solo me lo heredó- salió una buena canción de rock and roll. Mis manos eran como tenazas; lo levantaba y lo levantaba.
 -Edson-, grito mi madre, ven a desayunar. Me cambie a prisa y fui al cuarto de mis padres, le robo un poco perfume de mi papá, bajo las escaleras y mi plato ya está en el desayunador, como aprisa, ya quiero que me lleven a la escuela, mi papá ya está listo.
El trayecto de mi casa a la escuela es corto, puedo ver a varios de mis compañeros afuera esperándome en la entrada. Mi mejor amigo se ve gracioso; trae botas y un cinturón vaquero.
-Se te va despintar ese pantalón-, me dice mi padre, ya que van más de diez veces que limpio el sudor de mis manos en mi pantalón. Abro la puerta del auto, gracias por traerme, cierro la puerta y no espero respuesta de mi padre.
Mi corazón se acelera a cada paso que doy, se me están secando los labios, no la veo, ¿Dónde está?, ¿Será que llegará tarde como de costumbre? ¿Y si no viene…? ¿Qué haré con su regalo? Quedaré como un tonto.
La portera Rufis es tan graciosa, habla muy extraño. Todo deja de ser divertido cuando Rufis comienza a cerrar las puertas. ¿¡Dónde está mi novia!?
Osvaldo y yo comenzamos a platicar de celulares pero no presto mucha atención, ya quiero verla, pasamos por la iglesia, sí, mi primaria tiene su iglesia particular, los salones están vacíos, ningún ruido más que el de las botas de Osvaldo.
Comienzo a escuchar música, todos están en las canchas y el profesor Montero con un micrófono dedicando canciones, es un enorme pasillo y a nuestra derecha puedo ver los jardines y el área de juegos. ¡Hasta la orilla estaba nuestro puesto de rusas!- grita Osvaldo.
Nancy, una compañera, lo atenderá. Es una mesa blanca de plástico con un mantel de cuadros amarillo, hay una silla para Nancy y una caja donde se guardaran las ganancias. Nancy has visto a mi novia, con su dedo apunta a mis espaldas, y cuando volteo, ella me sorprende con abrazo y un dulce beso en la mejilla, se ve tan linda con su vestido de mezclilla y sus botas, se ha dejado el cabello suelto.
De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto; profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Pensé que no vendrías, ya me estaba preocupando, le digo. Me está explicando, que tuvo que venir más temprano de lo normal, pues tenía que ayudar a otros puestos. De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto. Profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Quiero besarla ya… Pero las rusas son un éxito, tenía que animarme era ahora o nunca, me arme de valor, me colgué la mochila, la tome del brazo y la lleve a una área de juegos que la directora nos había instalado, o bueno a los más pequeños.
Edson, tenemos que regresar, pobre de Nancy, me dijo al oído. Le chiflé a Osvaldo y le señalé el puesto. Fue corriendo. Cierra los ojos, le digo, abro mi mochila y pongo en sus manos la linda caja envuelta por mi maravillosa madre.
No debiste traerme nada, dice eso mientras abre la caja.  Lo que más le gusto fue la carta, tanto que casi rompe la rosa de cristal, la logró salvar, pues está dando saltitos.
Mis dedos juegan con sus dedos. Ella sabe que quiero besarla, por fin puso sus brazos sobre mis hombros, tengo que pararme un poco de puntitas, mis labios están a pocos centímetros de los suyos. A poca distancia se escuchó el nombre de mi novia y peor aún es el tono de su madre.
Volteo para todas partes, su madre venia por el pasillo, la logramos observar. Sus ojos están mirando los míos, diciéndome lo siento.
Tenía que esperar otro día más o posiblemente otra fecha especial, me toma de la mano y me lleva a las canchas.
Con una exagerada cortesía  saludo a su madre. En cuánto termina nuestro saludo, ¿Quién te dio ese regalo?, dirigiéndose a mi novia, -Yo- contesto valientemente, me tiemblan las piernas, ¡Qué lindo!- contesta la Sra.Jauregui, puedo respirar.
Le sonrió y la invito a que consuma de nuestro puesto, lo demás es historia. Bailamos, reímos, jugamos, escuchamos las dedicatorias, las mías tenían que ser necesariamente bajo anonimato.
Pero aun así, sin el beso… que tanto espere ese día, disfrute verla sonreír, además ella sabía que no me iba dar por vencido… Tal vez hoy sí, por su madre pero mañana no.

sábado, 9 de abril de 2016

Un vaso con agua

En una conversación se puede llegar a varios temas, esa tarde comenzamos hablando de la escuela y sin darnos cuenta, terminamos opinando sobre películas de terror… una muy buena combinación, después de tantas risas olvide por un momento la cita que tanto estuve esperando en el transcurso de la semana, di un salto y rápidamente me despedí.

Las 8:56 estaba retrasada, sabía que él estaría afuera, mi compañero de caminatas y charlas sin sentido, a prisa camine por el estacionamiento, no podía hacerlo esperar más, algo en mi generaba unas ansias que me carcomían desde adentro, lo vi a lo lejos y disminuí mi andar para no  mostrarme emocionada,  vestía un pants azul marino con un par de franjas amarillas a los costados y una ajustada playera blanca.

Crucé sin ni siquiera voltear, no me importo si pasarían coches, lo golpee con un beso y él susurro “Hola”, tomó mi mano, esbozó una sonrisa y comenzamos a andar, palmo a palmo rumbo al inmenso puente.  Al llegar a lo más alto observe a mi alrededor, pensé “Qué bonito es León”; Me quedé pasmada hasta percatarme que él estaba moviendo su mano frente a mí, decidimos sentarnos en una de las bancas, a nuestro alrededor…candados con alguna promesa de amor, personas caminando, algunas corriendo y otras solamente existiendo.

Descendimos por las incomodas escaleras que dan al corredor, conectándonos con aquel monumental arco de la calzada que define a mi ciudad, joya neoclásica de León, Guanajuato. Estirando las piernas, moviendo la cintura, calentábamos.

Estaba nerviosa, no paraba de hablar y cuando lo hacía apretaba la mandíbula para disimular, mi papá pasó a unos cuantos metros de nosotros en su auto y yo pensé en gritarle “Hey, súbeme”, pero debía cumplir mi palabra, debía hacer ejercicio.

Él típicamente contó hasta tres y comenzamos a trotar, sentía el viento en mi rostro, algunas personas nos observaban, todo se iba quedando atrás. Al encontrarnos nuevamente en puente me sentí desfallecer, la subida fue brutal, vacile varias veces en detenerme pero él apretó mi mano y nos lanzamos en picada, descendiendo rápidamente.

A causa de la adrenalina aumentaba la velocidad, lo retaba, corría más rápido y él nunca dudó en alcanzarme, tomamos un atajó que desembocaba en el bulevar López Mateos, no quisimos parar; la suerte estaba de nuestro lado, seguimos corriendo los carros estaban lejos y la luz del semáforo era roja.

Al llegar a la central camionera había muchos transeúntes en nuestro camino era difícil esquivarlos, nos detuvimos y comenzamos a caminar. Sentía los dedos hinchados, frío en la garganta y la sudadera empapada de sudor; puse mis manos en mis rodillas y tome una gran bocanada de aire, él frente a mí burlándose y animándome…faltaba ya muy poco para llegar a mi casa y después de tanto tiempo de ausencia cruzamos palabras y risas, acordamos repetirlo tres veces por semana con la condición de que cada ocasión la recompensa sería un gran vaso con agua.