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jueves, 12 de mayo de 2016

He guardado
He guardado para ti, mis mejores años
Mis inéditas caricias
Y los más dulces besos
He guardo para ti, una parte especial de mi
Que no se compara con nada
He guardado felicidad para matar tus tristezas
He guardado paciencia para cada uno de tus egos
He guardado abrazos para tu alma rota
He dado lo peor  guardado lo peor de mí, para darle lo mejor ahora,

He guardo eso que necesitas y que todos buscamos. Te he guardo mi amor.  

jueves, 5 de mayo de 2016

Uno no es ninguno

Después de 48 horas de descanso, vuelvo a mi turno. Saludo a mis compañeros, veo a mi Amada esposa por un instante… le regalo una sonrisa y camino hacia mi área.

-¿Estas despierta? -muevo a mi compañera Ana, la cual tiene los codos en la mesa y su cabeza agachada-.

-¡Sí!, no grites. ¡Siempre has de venir con tu buen humor Galván! -Yo, sólo pensaba en la historia complicada que tenía el día de hoy-.

 Tengo un paciente con obesidad mórbida, pesa alrededor de unos 170 kg (quizá más). Es padre de dos niños (de quince y diez años), tiene una esposa irresponsable. Hoy, ellos esperan algo de mí, algo que ningún enfermero tiene que hacer. Esperan que le de unas palabras de aliento y/o de esperanza, pero no siento en lo más mínimo aliento; ésta situación me llena de rabia pues sé que se pudo evitar.

La sociedad nos critica, trabajo en un hospital donde los recursos son pocos, piensan que nosotros los dejamos morir, las personas se plantan afuera del hospital y ahí pasan días y días.

¡Sí!, existen personas que solo ocupan un lugar, tengo un paciente que tiene una fractura en el dedo (una pequeña fractura), y esta postrado en una camilla esperando cirugía cuando podría estar en su casa.

¡Ni hablar, de los materiales que tenemos!, las camillas antañas, la falta de sabanas. A veces suelo comprar: jeringas, algodón, alcohol, entre otras cosas…

A todas horas llega la desesperación y los gritos disfrazados de personas, al área de urgencias. Olvidan que cuando sucede un accidente solo tienes de dos sopas: Morir o vivir; y que estés consiente te da una gran ventaja para la segunda opción.

Ahora estoy entrando a la habitación… la irresponsable esposa está tomándole la mano a su moribundo esposo. A su lado, abrazando su espalda y cintura esta su hijo de 10 años. En la puerta esta su hijo de 15. Esto no será literal para muchos, pero realmente huelo el arrepiento. Hace semanas iba a golpear a aquel adolecente, le grito a su padre: “Ojala estuvieras muerto, eres una carga” creo que jamás pensó, que algunos deseos se cumplen.

Observé aquel cuadro triste. ¿Cómo es posible que llegues a ese peso y no hagas nada? seguía pensando. No resistí y salí.

Espere a que la familia saliera, abrace al hijo menor, le di una palmada al niño mayor, y a la esposa solo le di el pésame por adelantado. Entre al cuarto y hable con él.

A la media noche pude ver como sus latidos se detenían… me quede con él, hasta que murió.

martes, 3 de mayo de 2016

Suicidio

Una, dos, tres, no puedo, no puedo aventarme de este banco de madera, mi cuello esta rojo por tanto muelleo, mis cachetes están humedecidos por tantas lágrimas, tenía otras opciones: pastillas, una bala pero creo que soy muy cobarde.

Sobre el muro de mi madre, he dejado el dinero suficiente para mi familia y amigos escapen, aunque lamentablemente no para que sobrevivan, también deje cuatro cartas, en ellas me despedí de mi papá, de mi mamá, de mi mejor amigo y de sacerdote de la parroquia a la cual solía ir todos los domingos.

Es sencillo, tome malas decisiones y no quiero que le hagan daño a mi familia, me desespere de baja economía, lo poco que gana mi Madre lo invertía en comida y en gastos de la casa.

Mi padre no podía hacer nada por nosotros, estaba condenado a una silla de ruedas, condena que pagábamos todos, lloraba y se humillaba todos los días, estas fueron las dos razones principales para que yo  me metiera en problemas.

Le mentí a todo el mundo, comencé a vender droga en mis círculos cercanos, ¿Cómo fue mi vínculo con ellos?

Un día cansada de la escuela y de la casa, me dispuse a ir a un antro de la ciudad, “Hoy, jueves no pagan las mujeres”, decían el anuncio, iba sola, la música me envolvió como una sábana, se me acerco una chica con facciones muy extrañas, todo en ella era grande y largo, su nariz puntiaguda, sus ojos y extremidades.

Bailo conmigo mucho rato, después me llevo al baño, abrió mi boca con su mano y colocó una pastilla en mi lengua, me dio una tarjeta y se fue. Me acerque al espejo a una distancia completamente tonta para golpearme en la frente, tome con todos mis dedos mi ojo izquierdo, lo abrí y mis pupilas estaban súper dilatadas.

Salí y baile como nunca, no bebí, no solía hacerlo. Sonó la alarma, tenía que ir a la escuela, me sentía fatal, no podía levantarme de cama, le hable a mi Madre, y me ayudo a levantarme.

-¿Qué pasa contigo hija, no eres de fiesta ni de vicios, por qué llegaste así?

-No tome mamá, solo estoy cansada, le dije

Me llevo hasta la regadera, el agua logró despertarme, estado en clases pensaba en aquella mujer que me dio esa pastilla, ¿Por qué así?, ¿Por qué sin decir una solo palabra?

En el receso, le conté a mi mejor amigo todo lo que paso, solamente se rio. Me acompaño hasta mi casa, comí con padre, llore con él y pensé de nuevo en esa mujer.

¿Dónde deje su tarjeta? Moví todo de mi cuarto, no la encontré. Esa noche volví a ir al antro, page el cover de 100 pesos, esperaba que valiera pena gastar mi ahorro de varios días… en serio, así de mal estaba mi economía.

La encontré acechando a otra chica como a mí, cuide de que no me reconociera, la llevo al baño como a mí y ahí la encaré.

-¿Qué… quieres más?, me sorprendieron sus palabras y le dije que no,  moviendo mi cabeza de derecha a izquierda

-¿Quién eres, y por qué me drogaste?

-¿No te gustó?

-Sí, pero…

-Anda, son 500 pesos.

-¿500 pesos?, pensé

– Lo supuse, no tienes nada, respondió y camino hacia la puerta

-Espera, ¿Cuál es tu nombre?

-Eso no es importante, si te quieres divertir, consigue dinero y márcame, te día mi tarjeta ayer.

-La perdí, y no te buscaré porque no tengo dinero, no es mi prioridad, estoy estudiando

Cuando le dije esto regreso y me dijo vámonos, ella sabía que yo era un blanco fácil. Supo leer mis necesidades, antes de contarle toda mi historia. Jacqueline, me invito a cenar, ahí le conté mi situación… La muy perra disfrazo sus objetivos con compresión, me propuso lo que ya saben… Vender drogas.

Comencé muy bien, nadie en la preparatoria vendía drogas, me emocione, pues aportaba lo que necesitábamos en mi hogar, les daba a ganar tanto que me obsequiaron una silla modernísima para mi padre.

Nadie sospechaba, mi madre estaba orgullosa, le comente que trabajaba de asistente en un despacho, de un despacho importante. Un profesor me encontró un paquete en la mochila, creí que todo acabaría ahí, pero no, él también se convirtió en uno de mis clientes.

Jacqueline, me invito a una reunión donde pude conocer a los “Mayores”, ellos dominaban toda el tráfico de drogas en mi región. Me dieron la orden de avanzar más, ya sería como Jacqueline, iría a los antros y abordaría. También me pidieron que fuera a preparatorias cercanas…. Lo hice.

Era una de las mejores vendedoras, si no es que la mejor. Día a día, el miedo iba creciendo en mí, sabía que no podía salir de ahí nunca.

Un domingo decidí ir a iglesia, me forme para poder confesarme, me arrodille en el acolchonado banco y pedí perdón, el padre mi pidió que hablara con mis padres y me entregará, pero no lo hice, sólo me quede a orar lo que el padre me había exigido.

Me habían regalado un auto, nos habíamos mudado del barrio donde vivíamos. En las fiestas que nos hacían los “Mayores”, Jacqueline se comportaba como extraña conmigo, me tiraba una carilla fuera de lugar.

Esa noche uno de los “Mayores”, Tadeo, me dio una tarea especial, me pidió que llevará un pedido con un valor de 500,000 pesos. Lo guarde en mi mochila y seguí la fiesta, maneje a mi casa, note que alguien me seguía, no le tome importancia, entre a mi fraccionamiento y baje, de un carro negro salieron varios tipos, me pegaron contra la pared y se llevaron la mochila.

Entre alteradísima a la casa, me encerré en mi habitación y le hable a Jacqueline, la muy perra me regaño y me dijo que los jefes estarían molestos.

Al día siguiente, nerviosa le marque a Tadeo, le explique la situación y me dijo que a él no le importaba que necesitaba ese dinero para mañana.

-Mira, princesa, se dónde  vas, a qué hora estás en tu casa, también sé que tu padre va a rehabilitación cada miércoles, tu madre va al súper cada tercer día, tu mejor amigo vive en Valle Nuevo, así que o me traes mi dinero o atente a las consecuencias.

Me tenían vigilada y peor aún a mi familia.- Sí, pero yo no tengo ese dinero, yo no sé quién esté implicado – mi voz temblorosa explicó-

-Vaya pues, arréglatelas como puedas-

Esa tarde, revise mis cuentas, le pedí a mi madre que me prestará, aun así no conseguía una cantidad fuerte, hable con Jacqueline y la cite en un café.

Platicamos de toda la situación, al final me dijo la verdad, ella me había robado, me quería fuera, me dijo que no me harían nada, pero ella, tontamente no sabía en todo el enredo que me había metido, no se me ocurrió grabar lo que me había confesado.

Le marque nuevamente a Tadeo, no me contesto, le mande un mensaje explicándole y suplicándole por mi familia, no le dije la verdad, que había sido Jacqueline, ¿Para qué?, no quería cargar con su muerte.

Y aquí estoy, en el borde del banco, a punto de saltar de el…

lunes, 2 de mayo de 2016

Los árboles

Mi dedo índice guiaba cada renglón del libro “Patrimonio de la Humanidad”; estaba rodeada de papeles con apuntes, mi bolsa se había caído al suelo y con ella mis pertenencias pero no me había tomado la molestia de levantarlas.

Me apuntaron con una linterna; me encontraba hasta el fondo de la sección de Cultura y me encandilo la luz (ya que yo sólo tenía una lámpara pequeña que apuntaba a los textos del libro).

—Disculpe, ya se terminó el servicio de la biblioteca, mañana la esperamos-. Cerré los libros, junté mis papeles, levanté mis cosas del suelo y salí (mañana tendría un examen difícil).

Saque el teléfono de mi bolsa… apagado. ¿Cómo iba regresar a casa? ¿Cómo le llamaría a mi padre?

Estaba recargada en la entrada de la biblioteca, me gusta su estructura (todo es de cristal). Un guardia se me acercó y me pidió permiso para cerrar las puertas.

Prendí un cigarrillo… tenía miedo, pues tenía que cruzar un parque repleto de árboles enormes. Por la mañana ese escenario no era tenebroso, podías hacer un picnic, pero a estas horas para cruzarlo debías ser más valiente; respiré hondo y caminé. No tenía otro camino alterno para llegar al teléfono público, tenía 15 años y no sabía cómo regresar a casa. Apague mi cigarro y me adentré a la peor experiencia de toda mi existencia.

Tronaba mis dedos, daba pasos tensando las rodillas, estaba a punto de llegar cuando sentí un aroma distinto; me rodearon dos hombres, uno tapó mi boca con un pañuelo (estaba empapado de una sustancia que desconozco), tontamente los empujé e intenté caminar para enfrente. Gritaba, pedía ayuda… ¿Acaso los guardias de la biblioteca no podían escucharme?

Me tiraron, uno de ellos tenía una gorra y el otro tenía los ojos azules; pude notarlo, no sé cómo pero pude hacerlo. El de gorra comenzó a quitarme los pantalones mientras el otro inmovilizaba mis brazos.

—Eres una niña sucia — me decía el otro imbécil, después besaba mi frente y jalaba mi busto con fuerza hacía arriba, mis pantalones no bajaron por completo (mis apretadas botas no los dejaban), aun así se colocó entre mis piernas, las estiro más hacia los lados y me penetró; lloré y apreté los puños, les suplicaba que pararan pero ellos seguían forzándome.

Se escuchaba el crujido de las hojas y como se rompían mis pantalones. El tipo abría más y más mis piernas… uno de ellos dijo que era su turno (ahora el que tenía los ojos de color azul) se montó e introdujo su miembro en mí; ambos comenzaron a darme cachetadas y después golpes en las costillas y la cara (esta es la segunda vez que lo hago, la primera vez que conté esto fue en la delegación).

Ellos reían, se bofaban, gemían, se vanagloriaban. Yo solo lloraba, ya no tenía fuerzas, se llevaron mis cosas, se llevaron mi alma.

Un llanto taladró mis oídos, ya no sentía lo frío de la tierra, estaba en una camilla, algo o alguien movía mi cuerpo, tiré un golpe intentando defenderme aún, eran paramédicos.

— ¿Dónde la encontraron?, esa y más preguntas escuchaba, era la voz de mi padre. Mi madre tomaba mi mano y comenzó a cantarme (lloraba y maldecía). Estuve varios días en el hospital, no quede embarazada, me rompieron varias costillas.

No quería ver a nadie cuando me dieron de alta, solo fui a dar mi declaración; varios periódicos me buscaron, ¿Acaso querían que transmitiera cómo se siente que alguien te viole? ¿Ahora si querían prevenir? ¡¿Dónde carajos estaban los guardias?!

Me encerré por semanas en mi habitación (para poder descansar debo tener las luces prendidas). Ahora estoy tomando terapia y esto es parte de ella; no entiendo por qué a mí, me quede en la biblioteca estudiando para un examen, no entiendo qué clase de cosa hice para merecer esto. Todos dicen que saldré adelante de esta experiencia, ya han pasado años y sigo sin encontrar un motivo suficiente… para perdonar y superar.