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martes, 12 de abril de 2016

14 de Febrero

A mis escasos 12 años, soy un ferviente creyente del amor, estoy completamente enamorado de una chica que tiene una enorme sonrisa, y a pesar de que es más alta que yo, suele usar la falda hasta los tobillos por obligación de su madre.
Estoy muy nervioso, le intentaré robar un beso; nuestro primer beso, a pesar de que ya tenemos más de un año de ser novios. Me muero por verla. Hoy, por fin de varios meses podremos descansar de aquel uniforme azul. ¡Tendremos la kermes del 14 de febrero!,- “por cierto, no debo olvidar llevar los refrescos para el puesto de rusas”-  que mi grupo y yo, atenderemos.
Respiro hondo y empaño un poco el espejo de mi baño, me quito los lentes, lavo mi cara y cepillo mis dientes, ¿¡Cómo me peinaré!? -Pienso preocupado por querer cambiar mi aspecto-.
Tal vez debería seguir con mi tradicional línea de lado-la cual ya no necesita el peine para ser marcada- quizá deba levantarme el cabello con gel… Debo inspirarme, sí un cambio me vendría bien el día de hoy.
Encendí mi súper estéreo –obsequio de mi hermano mayor. Bueno, solo me lo heredó- salió una buena canción de rock and roll. Mis manos eran como tenazas; lo levantaba y lo levantaba.
 -Edson-, grito mi madre, ven a desayunar. Me cambie a prisa y fui al cuarto de mis padres, le robo un poco perfume de mi papá, bajo las escaleras y mi plato ya está en el desayunador, como aprisa, ya quiero que me lleven a la escuela, mi papá ya está listo.
El trayecto de mi casa a la escuela es corto, puedo ver a varios de mis compañeros afuera esperándome en la entrada. Mi mejor amigo se ve gracioso; trae botas y un cinturón vaquero.
-Se te va despintar ese pantalón-, me dice mi padre, ya que van más de diez veces que limpio el sudor de mis manos en mi pantalón. Abro la puerta del auto, gracias por traerme, cierro la puerta y no espero respuesta de mi padre.
Mi corazón se acelera a cada paso que doy, se me están secando los labios, no la veo, ¿Dónde está?, ¿Será que llegará tarde como de costumbre? ¿Y si no viene…? ¿Qué haré con su regalo? Quedaré como un tonto.
La portera Rufis es tan graciosa, habla muy extraño. Todo deja de ser divertido cuando Rufis comienza a cerrar las puertas. ¿¡Dónde está mi novia!?
Osvaldo y yo comenzamos a platicar de celulares pero no presto mucha atención, ya quiero verla, pasamos por la iglesia, sí, mi primaria tiene su iglesia particular, los salones están vacíos, ningún ruido más que el de las botas de Osvaldo.
Comienzo a escuchar música, todos están en las canchas y el profesor Montero con un micrófono dedicando canciones, es un enorme pasillo y a nuestra derecha puedo ver los jardines y el área de juegos. ¡Hasta la orilla estaba nuestro puesto de rusas!- grita Osvaldo.
Nancy, una compañera, lo atenderá. Es una mesa blanca de plástico con un mantel de cuadros amarillo, hay una silla para Nancy y una caja donde se guardaran las ganancias. Nancy has visto a mi novia, con su dedo apunta a mis espaldas, y cuando volteo, ella me sorprende con abrazo y un dulce beso en la mejilla, se ve tan linda con su vestido de mezclilla y sus botas, se ha dejado el cabello suelto.
De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto; profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Pensé que no vendrías, ya me estaba preocupando, le digo. Me está explicando, que tuvo que venir más temprano de lo normal, pues tenía que ayudar a otros puestos. De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto. Profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Quiero besarla ya… Pero las rusas son un éxito, tenía que animarme era ahora o nunca, me arme de valor, me colgué la mochila, la tome del brazo y la lleve a una área de juegos que la directora nos había instalado, o bueno a los más pequeños.
Edson, tenemos que regresar, pobre de Nancy, me dijo al oído. Le chiflé a Osvaldo y le señalé el puesto. Fue corriendo. Cierra los ojos, le digo, abro mi mochila y pongo en sus manos la linda caja envuelta por mi maravillosa madre.
No debiste traerme nada, dice eso mientras abre la caja.  Lo que más le gusto fue la carta, tanto que casi rompe la rosa de cristal, la logró salvar, pues está dando saltitos.
Mis dedos juegan con sus dedos. Ella sabe que quiero besarla, por fin puso sus brazos sobre mis hombros, tengo que pararme un poco de puntitas, mis labios están a pocos centímetros de los suyos. A poca distancia se escuchó el nombre de mi novia y peor aún es el tono de su madre.
Volteo para todas partes, su madre venia por el pasillo, la logramos observar. Sus ojos están mirando los míos, diciéndome lo siento.
Tenía que esperar otro día más o posiblemente otra fecha especial, me toma de la mano y me lleva a las canchas.
Con una exagerada cortesía  saludo a su madre. En cuánto termina nuestro saludo, ¿Quién te dio ese regalo?, dirigiéndose a mi novia, -Yo- contesto valientemente, me tiemblan las piernas, ¡Qué lindo!- contesta la Sra.Jauregui, puedo respirar.
Le sonrió y la invito a que consuma de nuestro puesto, lo demás es historia. Bailamos, reímos, jugamos, escuchamos las dedicatorias, las mías tenían que ser necesariamente bajo anonimato.
Pero aun así, sin el beso… que tanto espere ese día, disfrute verla sonreír, además ella sabía que no me iba dar por vencido… Tal vez hoy sí, por su madre pero mañana no.

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