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viernes, 29 de abril de 2016

Chico Malo

Es hora de irse de fiesta, viernes por la noche, sólo te queda esperar al bobo que te llevará, caminas por todo tu cuarto, analizas todos tus ángulos en el espejo, le escribes a tu mejor amiga, le escribes a él, a ambos les das aviso de tu pronta llegada.

Subes al auto y aunque fue poco lo que caminaste al sentarte descansas, estiras los pies, ves cómo se marcan las venas en tu piel, te relajas. Eres copiloto de un chico bueno, al cual estas usando para darle celos al malo, al galán. Le sacas plática de su día aunque para ser sinceras ¿A quién le interesa?

Abres tu cosmetiquera, sacas tu labial MAC Ruby Woo, te retocas los labios y acomodas los mechones de tu cabello, tu galán temporal no deja de verte. Ya quieres llegar al lugar, la casa es linda, las ventanas retumban por el sonido.

Al bajar te pones derechita de la cabeza a los pies, algunas miradas acechan tus piernas y a tus tacones rojos… Son más mujeres las que te observan que hombres, es lógico, está comprobado que las mujeres se visten para las mujeres, “No más para criticar”. Aun así logras tu cometido.

“Los vio, los vio”, dices a tus adentros, el chico malo vio tus piernas, al ritmo de la canción se acerca y te baila, sonríes y dice: – ¿A dónde nos vamos? –

Tomas su mano y lo llevas a la cocina de la casa ya comienzas a besar su cuello, él toma tu cintura, y susurra: – Larguémonos-

Montas su motocicleta y lo abrazas, sus miradas al frente, están trasladándose por el Boulevard Aeropuerto y al girar en la glorieta detrás de ustedes está un agente de tránsito, tienen el típico nerviosismo que siente todo mundo al descubrir que una autoridad los acecha,

– ¡Nos va a parar!- le gritas. Y él baja la velocidad, no de golpe, si no poco a poco, idealizas que así son sus caricias, lentas.

Tratan de disimular, al fin pueden avanzar, el agente pasa por la derecha… Sientes el aire entrando y saliendo por tu piel, hace frío pero ya sabes que en un rato obtendrás calor.

Desde donde están pueden ver toda la ciudad, bajas apoyando el pie derecho duro en el cemento, te da la mano para que tu bajar sea más fácil y das un saltito, te tambaleas él te vuelve a tomar por la cintura y pasa su brazo por tu cuello; te da un beso en la frente. Tu teléfono vibra y suena tu madre está llamando.

-Es mejor que lo apagues no querrás que nos interrumpan tan bella noche- dice.

miércoles, 27 de abril de 2016

Nos quedamos solos...

Nos quedamos solos, al fin solos, el agua que caía del cielo hacia música en el suelo, mis manos estaban heladas las coloque en su cara para que él lo notara, se las llevó a la boca, las beso, eso me excitó.

Como una niñita giraba el banco en el que estaba sentada frente a la barra de cristal, eso es realmente provocador.

-Deja de Jugar-me dijo.

-¡Ash!, ¿Tienes otro juego mejor?

Me miró. Estaba consciente de lo que estaba sucediendo, esto era una provocación. Me sentía tan activa, que a pesar del frío que hacía podría correr cien kilómetros con él, pero ésta energía la utilizaría para algo mejor.

Llevó los platos al fregador y regreso, me abrazo por detrás. Sus manos estaban en mis pechos, empezó a hacer círculos y después con su dedo índice marcaba una línea entre ellos.

Me giro hacia él, quito mi playera de rayas, se colgó de mi pequeño labio superior al mismo tiempo abrió mis piernas y las coloco en sus caderas.

-Me vas a tumbar- susurré.

A él no me importo. ¿Les mencione lo bellas que son sus manos? Tengo una rara manía por las manos anteriormente había visto lindas manos. Me fijo en su grosor, las líneas, las uñas y el color que éstas tienen; por ejemplo yo heredé las de mi abuela: manos suaves y dedos largos, las de mi madre son pequeñas y de color amarillento pero aun así me gustan porque siempre hay calor en ellas.

Besaba mi cuello y lo succionaba, mi cabello y su cabello bailaban, levantaba mis femorales y me empujaba hacia el cierre de su pantalón. Me libre de sus fuertes brazos, lo mire a los labios, después al cuello, acaricie el botón de su pantalón y lo desabroche, metí mi mano. No sabía cómo debía moverla así que le dije y creo que fue más excitante, ayúdame.

Soy adicta a él, soy su hiperactiva sexual, soy adicta a su aroma y  a su voz, ahora entiendo a todas las personas cuando dicen “tengo ganas”, pues cuando estamos juntos, el sexo y amor no tienen diferente significado, él sabe dónde es el punto exacto y adecuado, me refiero a tiempo, movimientos y palabras…

jueves, 21 de abril de 2016

Caja con pinturas

Al fin me rendí, tres semanas consecutivas rogando por una mascota. Mis papás siempre tienen “la razón”. Total, ya superé a Fabián…

Fabián duró 5 años con nosotros. Mis papás lo compraron cuando se casaron, después nací yo.  Ese can fue mi adoración, era un imponente pastor alemán pero como todo lo bueno que tengo se va, en este caso papá lo regaló debido a que el perro era “rebelde”.

Intentábamos amarrarlo y no quería, cuando salíamos en el carro Fabián nos seguía. Un día se metieron a la casa a robar; el pobre perro no hizo nada.

Me lo arrebataron… Mi familia y yo tenemos la costumbre de ir todos los domingos a nadar al club, mi padres aprovecharon e invitaron a mis tíos y primos, me quedé con ellos, mientras mis padres desaparecieron por unas horas, ¿Qué podía hacer? Divertirme obviamente. Jamás imagine que me separarían de mi primera mascota. Ahora comprendo que mis papás han sido los principales creadores de mis traumas.

Regresando al tema, no sé por cuántos días lloré o cuántas veces le saque la lengua a mi mamá. ¡Ya han pasado tres años! ¡Necesito un perro! Le decía a mi padre mientras conducía.

-Espera te llevaré a un lindo lugar-

No recuerdo a la perfección a dónde fuimos, es una laguna mental, suelo tenerlas. Mi padre se bajó del auto, no me intereso, así que me distraje con el panorama que podía ver a través del cristal.

Papi colocó debajo de mis piernas una caja cerrada en cuatro partes, nunca he podido aprender la técnica de como cerrar así las cajas.  Corrió para subirse al auto y arrancó.

– ¿Que tiene esa caja papá? Él sonrío, estiró su mano y me obsequió una paleta de chocolate, la abrí de inmediato.

-Princesa, pásame una pintura de esa caja-

Me agache, abrí la caja y… Eran dos perros dorados, saque uno ni si quiera me di cuenta de que papá se había estacionado. Él tomo el otro, eran una hembra y un macho. ¡Eran dos! ¡Dos lindos labradores!

miércoles, 20 de abril de 2016

Si te quedas callada

Si te quedas callada, a la larga te hará daño en la garganta, y ya no podrás cantar.
¡Me dejó mamá!, digo esto tres veces entre sollozos. Me duele mucho, en serio, yo lo quiero. Voy a extrañarlo.
Te dije que eras joven para tener novio, te conozco eres… Sentimentalmente vulnerable, como yo. Gracias por heredarme tan bella cualidad- pienso
-Mami, así llega el amor, ¿Cómo puedes pensar que yo busque hacerme daño?
-Cuéntame, ¿Que paso?
-Solo déjame subir a mi habitación
– Mañana tienes la audición, no quiero que faltes ni te deprimas por un niño que no sabe lo que quiere
Me levanto del sillón y subo, las lágrimas acaparaban mi vista. Sobre la cama pedí ya no despertar, era dramática a mis catorce años.
Mi primer desamor. Duramos seis meses, me dejó por mi mejor amiga cuándo me había dicho que yo era la más linda, inteligente, divertida y otras mentiras.
No quiero que amanezca, me pongo los audífonos y escucho a Guns N’ Roses. Las 9:00 pm no suena el teléfono como de costumbre, Ángel me llamaba todas las noches. Si mi padre contestaba antes que yo o mamá, inteligentemente poníamos el pretexto “Le o me explicará la tarea”, aunque no podríamos charlar por más de una hora pues levantaríamos sospechas.
9:30, sigo en cama, deseo torturarme, así que… Releo sus cartas, abrazo los peluches que obsequio, me pongo la sudadera que olvido hace días. A diferencia de cualquier otra chica que hubiese tirado, roto o quemado todo lo de su ex, yo quería conservarlo; era especial cada punto y coma plasmado en esas hojas de papel.
9:33, solo han pasado dos minutos y sigo igual, la escuela será intolerable ya me vi mañana aguantando a todas las chismosas e hipócritas del salón teniéndome lastima. Quiero llamarle pero no lo haré, soy buena persona para que lo meto en problemas a Ángel con mi “amiga”, con su nueva novia…
También quiero tomarme tiempo y espacio, faltar a clases estaría de lujo (Demonios esa es su frase, de lujo) mañana o bueno el resto de la semana pero no creo que la Maestra Olivia me acepte el justificante “Fisuras en el corazón”.
A ritmo de November Rain, cierro los ojos y recuerdo nuestro primer beso. Mamá entra a la habitación con el teléfono inalámbrico en las manos, me levanto y temblorosa lo tomo, ahora sé que ella también quería torturarme ya que no me dijo quién era solo me acerco el teléfono, me beso en la frente y se fue.
– Bueno
– Amiga tienes que contarme todo, ¿Ya me marco la tipa está diciéndome que Ángel y ella ya eran novios?…. Y en serio lo siento, pero ¿Cuéntame cómo te corto o lo cortaste tú?

Jannet no paraba de cuestionar, respire hondo, estaba a punto de colgar pero bueno es mi mejor amiga debe de saber y yo debo desahogarme.
Nos encontrábamos afuera de casa de Karen, discutíamos ya que desde hace días veía que estaba muy cerca de ella, mi amiga, si no escribo su nombre es porque no puedo tolerar pronunciarlo.
Karen con una caja mediana forrada por un papel rojo llena de calcomanías; calcomanías con nuestras iniciales, olvide mencionar que hoy cumplimos seis meses de relación. Esto se ponía más tenso, Karen me regalo una sonrisa llena de lastima y entro a su casa. Ahora sé que ella sabía todo. Y tal vez este regalo fue planeado hace meses y como consolación Ángel tuvo la estúpida idea de dármelo.
Abrimos la caja, ¡Es una rana! – grite, él comenzó a hacer el sonido que emiten las ranas, un lindo peluche. ¿Por qué me habría de obsequiarme algo y después cortarme?
Caminábamos rumbo a mi casa, chispeaba, las gotas caían sobre su pegada camisa azul, él tiene un cuerpo muy atlético y eso me gusta bastante, ya que cuando lo abrazo puedo sentir su abdomen marcado. Temía que mi peluche se mojara, pero él hacía que olvidara todo, hasta esa preocupación.
Le exigí que nos fuéramos por la banqueta algunas casas nos cubrirían, iba detrás de él sujetando su mano, empezó a decir “Todas las cosas pasan por algo”, me pare en seco, estábamos a una cuadra de mi casa. Lo abrace y le dije, Piensas dejarme, bajo la cabeza hasta mi hombro y dijo Sí.
Cuando dijo esas palabras yo me convertí en lluvia, quería darme explicaciones, le suplique que se callará no necesitaba detalles de ¿cómo se enamoró de ella? o peor aún ¿Qué hice para que él me dejara de querer?
Escuchaba unos suspiros y lamentos
¿Jannet estás ahí?
-Es tan bello y tan triste-
No me siento bien Jannet, quiero dormir, solo te diré que se disculpó porque según Él, perdí mi tiempo y no soy la adecuada, yo creo que son pretextos, ¡Ah! Y que extrañaría mucho mi voz. Mañana te veo Jannet, debo colgar.

sábado, 16 de abril de 2016

Mi primer cicatriz

En la mesa había una pirámide de emparedados, a su lado, una nota que decía: “Limpian la casa”.

Mamá solía prepararnos unos deliciosos sándwiches para almorzar, pues ella y mi padre salían a trabajar desde temprano. Mis hermanos y yo nos repartíamos las actividades de la manera siguiente: escribíamos en pequeños papeles las áreas de la casa, después los doblábamos y los metíamos a un bote de plástico; luego los revolvíamos. Yo, por ser el más pequeño tenía que ser el primero en sacar mi papel. Después contábamos hasta 3 y los podíamos abrir, ellos comenzaban a reír y a “echarme carrilla”. Hoy tuve mala suerte, baños y cuarto de mis papás me toco,  eso es lo más pesado de la casa.

César estaba viendo la televisión, le dije –Comienza, se hará tarde y terminando esto queremos salir a jugar futbol- . (Enfrente de mi casa hay un parque enorme y el pasto está perfecto). Hizo caso omiso, siguió embobado en la televisión.

Yo comencé por tender la cama de mis papás, a Christian mi hermano mayor le había tocado la cocina, después recogía la ropa tirada, la colocaba en un cesto para que mi madre la llevara a la lavandería.

-¡Ay!- se escuchó un grito -¿Qué paso?- pregunté, pero nadie contesto; escuche como alguien azoto una puerta; vuelvo a preguntar pero nadie contesta.

Salgo de la habitación de mis padres y César aún sigue embobado en la televisión. Bajo las escaleras y afuera de la puerta del baño hay sangre, es un camino de sangre lo sigo y termina en la cocina…

En la barra cristal de la cocina donde solemos desayunar hay un “cuchillo cebollero”, así le dice mi mamá; supongo que por su tamaño, está lleno de sangre… Voy corriendo al baño toco la puerta, y escucho algunos sollozos.

-¡Me corte Luis, me corte!-

-¡Abre la puerta por favor!-

-¡No puedo, me duele!-

Empujaba la puerta pero obviamente jamás podría tumbarla, corrí por el teléfono inalámbrico y subí las escaleras, le grite a Cesar –Christian está herido-

Debía hablarle a mis papás, pero no quería asustar a mi mama, no importa no sabía que tan profunda era la herida de Christian, dijeron que vendrían enseguida.

Tenía curiosidad de ver a Christian así que baje nuevamente y pegue la oreja a la puerta, después de esperar por cinco minutos y solo escuchar agua cayendo sobre el lavadero… la puerta se abrió poco a poco…

Christian tenía en la mano izquierda tenía una toalla pequeña. Sus ojos estaban muy rojos, le dije

– Quítate la toalla quiero ver-

Comenzó a deslizar la toalla con la otra mano, la cortada era profunda y larga, comenzaba en el dedo índice y terminaba en la esquina de su muñeca, era una cortada inclinada y no paraba de sangrar. Le dije que ya venían mis papas en camino pero el suplico que le bajara el agua oxigenada para que no se infectara, tal vez tenían que inyectarlo porque podíamos ver la piel interna.

No quería dejarlo solo, se presionaba. Julio bajo y estaba de curioso quería jalarle la toalla pero Christian ya no quería quitársela, mande a Julio por el agua oxigenada, subió quejándose, había un batidero de sangre en el baño, en el lavamanos ya no tanto, pero el rollo de papel estaba muy manchado, lo tire a la basura y le dije a Christian que no se preocupara que mis papas venían en camino.

Se sentó en la sala, apenas venia Julio con el agua oxigenada cuando mi madre abrió la puerta desesperada, venía muy preocupada; mire feo a papá como si a él le importara que yo estuviera enojado ahora.

Arrancaron en el auto… todo fue tan rápido, le dije a Julio que limpiara la cocina, yo limpiaría el baño.

Con una franela limpie la sangre del piso, después con una esponja talle el lavabo y con el mechudo trapeé el piso, termine de limpiar el cuarto de mis papás, ya había pasado una hora y no teníamos noticias de Christian.

A esa edad uno piensa lo peor, Julio hasta me sugestiono con que Christian ya no tendría mano. Buscamos apodos para él, “Luke” decía Julio, “Capitán Garfio”, lo reté.

Seguíamos nerviosos así que prendimos la tele, me quedé profundamente dormido, esto lo supe cuando frente a mi cara Christian movía su mano vendada y sonreía -Mi primer cicatriz- dijo.

miércoles, 13 de abril de 2016

De niña a mujer

Otro día más en la secundaria, me descobijo.
-Tengo que ir -me cobijo y digo-  -No, no tengo que ir.
Después de regalarme cinco minutos de sueño, logro levantarme de mi cómoda cama.
Estoy cansada, con los ojos cerrados cepillo mi cabello; estoy imaginando que se ve bien, que solo necesito unas pasadas, pero cuando los abro parezco un león (hay friz en todos lados).
Para variar me toca inglés, sé que es una estrategia educacional.  Que mis profesores piensan que por las mañanas mi mente está fresca y hambrienta de conocimiento, como mi estómago.
Comienzo a cambiarme. Empiezo por las medias largas y blancas, me gusta subirlas al ras de las rodillas; la mayoría de mis compañeras las usan abajo (supongo que hay que mostrar la pierna pero a mí me da frio y también me da igual).
Después, mi lindo conjunto interior rosa palo << ¡Rosa palo!>>. Ja, ja, ja, eso suena como albur o como título de novela.
–¿ya estas lista? -mi mamá toca la puerta con una desesperación-
Aún con esa presión no pierdo la calma y le contesto con un sutil: – ¡Voy!
No quiero comer nada. Me duele el estómago, no sé qué diablos me hizo daño; ayer cené algo ligero, solamente bebí un vaso enorme de jugo de naranja.
-Ya llegaron por ti -escucho con tono chiqueado a mi hermana menor (ella suele madrugar para ver las caricaturas)
Subo al auto del papá de mi mejor amiga, me gusta su color rojo quemado. Intento no quedarme dormida. Vanessa, mi mejor amiga viene cantando, así que creo que será imposible.
Al abrir la puerta del automóvil, mi pie derecho toca primero el pavimento, al hacer este movimiento noto que por mi pierna corre sangre y ésta se estampa al llegar a mi calceta blanca.
Bajo la otra pierna. -¡Demonios! ¿Dónde me corte?
No me duele nada, (viene de entre mis piernas). Ya me manché la calceta; volteo al sillón del auto por si acaso lo manché, pero no… Doy un paso más y algo escurre.
-¡Demonios! -le digo a Vanessa, que me mira apenada y me dice al oído:
–“Ya eres una mujer”.
-¿Mujer?…  ¡Siempre lo he sido!, ¿A qué se refiere?
Ella me lleva al baño. A cada paso que doy, aprieto mi entrepierna (tengo miedo de que me salga más sangre); Entro al baño y veo toda mi pantaleta manchada. ¡Dios mío! ¿qué me paso?
Vanessa me dice: -Relájate, iré a la enfermería.
No podía seguir así… quería llorar, sentía vergüenza (no sabía que me estaba pasando). Vanessa no demoró para mi fortuna y me paso por debajo de la puerta una bolsita verde.
-¡Úsala!
-Vanessa, no se usarla. -Soy inteligente, supongo que esto va en la pantaleta pero… ¿y mis calcetas? siento un abrupto dolor arriba de mi pelvis, es como si me estuvieran presionando con 100 fajas-.
-¡Cólicos! ¡Son cólicos! -grita Vanessa- como si  ella estuviera pasando el mismo dolor que yo, (creo que tengo que ir al médico).
-Vanessa, esto no es normal.
-¡Claro que es normal!, solo que tu madre no te explico nada sobre esto. –menstruación.
-¡¿Menstrua, qué?!
-Pero tranquila, le pediré al rector que le hable a tu madre.
-¡¡NO!! mejor háblale a la enfermera, anda.
La enfermera toca mi puerta y salgo (con pedazos de papel me traté de quitar las manchas). Me decía muchas cosas pero solo reaccioné hasta que dijo
-Tu papá ya viene para…-  ¿Papá? ¿en serio? ¿Lo sacaron del trabajo?
-¡No!  -dije rápidamente-. -Tengo demasiada vergüenza para que él venga (pero bueno creo que es mejor que esto quede entre familia y no que toda la secundaria se entere).
La enfermera le indica a Vanessa que se vaya a clases (supongo que ella me llevará a la entrada). Mientras caminaba, observaba el color rojizo que quedo en mis piernas a pesar de haber tallado con fuerza. Amablemente la enfermera me dio una bata para ponérmela arriba del uniforme (que me llegaba cerca de los tobillos), así no se verían las manchas en las calcetas, pero cuando me la coloqué… me sentí observada por varios alumnos e incluso compañeras de mi grupo.
Fue eterno llegar a la entrada, ahí estaba mi padre; corrió, me abrazo y se dirigió a la enfermera.
-¿Qué le pasó? ¿Todo está bien?  -La enfermera no le había dicho nada sobre mi menstruación, solo le dijo: -Llévela a casa y que se prepare un té. Me llevé la bata. Temía manchar otra cosa; en cuanto subí al auto prendí el estéreo a un volumen adecuado para no escucharlo, <<insisto>> tenía mucha vergüenza.
Creo que ya lo sospechaba y fue prudente pues no dijo ni una sola palabra. Al llegar a casa me abrió la puerta del auto y me avisó que tenía que regresar al trabajo.
Estaba sola en casa; comencé a investigar por mi cuenta, pues mi madre llegaría hasta la cena. Y fue así que descubrí  lo que me pasó, y no es que ahora sea una mujer. Esto nos ocurre a todas las mujeres o a la mayoría… y será cada mes.

martes, 12 de abril de 2016

14 de Febrero

A mis escasos 12 años, soy un ferviente creyente del amor, estoy completamente enamorado de una chica que tiene una enorme sonrisa, y a pesar de que es más alta que yo, suele usar la falda hasta los tobillos por obligación de su madre.
Estoy muy nervioso, le intentaré robar un beso; nuestro primer beso, a pesar de que ya tenemos más de un año de ser novios. Me muero por verla. Hoy, por fin de varios meses podremos descansar de aquel uniforme azul. ¡Tendremos la kermes del 14 de febrero!,- “por cierto, no debo olvidar llevar los refrescos para el puesto de rusas”-  que mi grupo y yo, atenderemos.
Respiro hondo y empaño un poco el espejo de mi baño, me quito los lentes, lavo mi cara y cepillo mis dientes, ¿¡Cómo me peinaré!? -Pienso preocupado por querer cambiar mi aspecto-.
Tal vez debería seguir con mi tradicional línea de lado-la cual ya no necesita el peine para ser marcada- quizá deba levantarme el cabello con gel… Debo inspirarme, sí un cambio me vendría bien el día de hoy.
Encendí mi súper estéreo –obsequio de mi hermano mayor. Bueno, solo me lo heredó- salió una buena canción de rock and roll. Mis manos eran como tenazas; lo levantaba y lo levantaba.
 -Edson-, grito mi madre, ven a desayunar. Me cambie a prisa y fui al cuarto de mis padres, le robo un poco perfume de mi papá, bajo las escaleras y mi plato ya está en el desayunador, como aprisa, ya quiero que me lleven a la escuela, mi papá ya está listo.
El trayecto de mi casa a la escuela es corto, puedo ver a varios de mis compañeros afuera esperándome en la entrada. Mi mejor amigo se ve gracioso; trae botas y un cinturón vaquero.
-Se te va despintar ese pantalón-, me dice mi padre, ya que van más de diez veces que limpio el sudor de mis manos en mi pantalón. Abro la puerta del auto, gracias por traerme, cierro la puerta y no espero respuesta de mi padre.
Mi corazón se acelera a cada paso que doy, se me están secando los labios, no la veo, ¿Dónde está?, ¿Será que llegará tarde como de costumbre? ¿Y si no viene…? ¿Qué haré con su regalo? Quedaré como un tonto.
La portera Rufis es tan graciosa, habla muy extraño. Todo deja de ser divertido cuando Rufis comienza a cerrar las puertas. ¿¡Dónde está mi novia!?
Osvaldo y yo comenzamos a platicar de celulares pero no presto mucha atención, ya quiero verla, pasamos por la iglesia, sí, mi primaria tiene su iglesia particular, los salones están vacíos, ningún ruido más que el de las botas de Osvaldo.
Comienzo a escuchar música, todos están en las canchas y el profesor Montero con un micrófono dedicando canciones, es un enorme pasillo y a nuestra derecha puedo ver los jardines y el área de juegos. ¡Hasta la orilla estaba nuestro puesto de rusas!- grita Osvaldo.
Nancy, una compañera, lo atenderá. Es una mesa blanca de plástico con un mantel de cuadros amarillo, hay una silla para Nancy y una caja donde se guardaran las ganancias. Nancy has visto a mi novia, con su dedo apunta a mis espaldas, y cuando volteo, ella me sorprende con abrazo y un dulce beso en la mejilla, se ve tan linda con su vestido de mezclilla y sus botas, se ha dejado el cabello suelto.
De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto; profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Pensé que no vendrías, ya me estaba preocupando, le digo. Me está explicando, que tuvo que venir más temprano de lo normal, pues tenía que ayudar a otros puestos. De repente, una ola de personas estaba en nuestro puesto. Profesores, ex alumnos, alumnos, hay que apoyar a Nancy pues los otros 27 compañeros estaban bailando o jugando futbol.
Quiero besarla ya… Pero las rusas son un éxito, tenía que animarme era ahora o nunca, me arme de valor, me colgué la mochila, la tome del brazo y la lleve a una área de juegos que la directora nos había instalado, o bueno a los más pequeños.
Edson, tenemos que regresar, pobre de Nancy, me dijo al oído. Le chiflé a Osvaldo y le señalé el puesto. Fue corriendo. Cierra los ojos, le digo, abro mi mochila y pongo en sus manos la linda caja envuelta por mi maravillosa madre.
No debiste traerme nada, dice eso mientras abre la caja.  Lo que más le gusto fue la carta, tanto que casi rompe la rosa de cristal, la logró salvar, pues está dando saltitos.
Mis dedos juegan con sus dedos. Ella sabe que quiero besarla, por fin puso sus brazos sobre mis hombros, tengo que pararme un poco de puntitas, mis labios están a pocos centímetros de los suyos. A poca distancia se escuchó el nombre de mi novia y peor aún es el tono de su madre.
Volteo para todas partes, su madre venia por el pasillo, la logramos observar. Sus ojos están mirando los míos, diciéndome lo siento.
Tenía que esperar otro día más o posiblemente otra fecha especial, me toma de la mano y me lleva a las canchas.
Con una exagerada cortesía  saludo a su madre. En cuánto termina nuestro saludo, ¿Quién te dio ese regalo?, dirigiéndose a mi novia, -Yo- contesto valientemente, me tiemblan las piernas, ¡Qué lindo!- contesta la Sra.Jauregui, puedo respirar.
Le sonrió y la invito a que consuma de nuestro puesto, lo demás es historia. Bailamos, reímos, jugamos, escuchamos las dedicatorias, las mías tenían que ser necesariamente bajo anonimato.
Pero aun así, sin el beso… que tanto espere ese día, disfrute verla sonreír, además ella sabía que no me iba dar por vencido… Tal vez hoy sí, por su madre pero mañana no.

sábado, 9 de abril de 2016

Un vaso con agua

En una conversación se puede llegar a varios temas, esa tarde comenzamos hablando de la escuela y sin darnos cuenta, terminamos opinando sobre películas de terror… una muy buena combinación, después de tantas risas olvide por un momento la cita que tanto estuve esperando en el transcurso de la semana, di un salto y rápidamente me despedí.

Las 8:56 estaba retrasada, sabía que él estaría afuera, mi compañero de caminatas y charlas sin sentido, a prisa camine por el estacionamiento, no podía hacerlo esperar más, algo en mi generaba unas ansias que me carcomían desde adentro, lo vi a lo lejos y disminuí mi andar para no  mostrarme emocionada,  vestía un pants azul marino con un par de franjas amarillas a los costados y una ajustada playera blanca.

Crucé sin ni siquiera voltear, no me importo si pasarían coches, lo golpee con un beso y él susurro “Hola”, tomó mi mano, esbozó una sonrisa y comenzamos a andar, palmo a palmo rumbo al inmenso puente.  Al llegar a lo más alto observe a mi alrededor, pensé “Qué bonito es León”; Me quedé pasmada hasta percatarme que él estaba moviendo su mano frente a mí, decidimos sentarnos en una de las bancas, a nuestro alrededor…candados con alguna promesa de amor, personas caminando, algunas corriendo y otras solamente existiendo.

Descendimos por las incomodas escaleras que dan al corredor, conectándonos con aquel monumental arco de la calzada que define a mi ciudad, joya neoclásica de León, Guanajuato. Estirando las piernas, moviendo la cintura, calentábamos.

Estaba nerviosa, no paraba de hablar y cuando lo hacía apretaba la mandíbula para disimular, mi papá pasó a unos cuantos metros de nosotros en su auto y yo pensé en gritarle “Hey, súbeme”, pero debía cumplir mi palabra, debía hacer ejercicio.

Él típicamente contó hasta tres y comenzamos a trotar, sentía el viento en mi rostro, algunas personas nos observaban, todo se iba quedando atrás. Al encontrarnos nuevamente en puente me sentí desfallecer, la subida fue brutal, vacile varias veces en detenerme pero él apretó mi mano y nos lanzamos en picada, descendiendo rápidamente.

A causa de la adrenalina aumentaba la velocidad, lo retaba, corría más rápido y él nunca dudó en alcanzarme, tomamos un atajó que desembocaba en el bulevar López Mateos, no quisimos parar; la suerte estaba de nuestro lado, seguimos corriendo los carros estaban lejos y la luz del semáforo era roja.

Al llegar a la central camionera había muchos transeúntes en nuestro camino era difícil esquivarlos, nos detuvimos y comenzamos a caminar. Sentía los dedos hinchados, frío en la garganta y la sudadera empapada de sudor; puse mis manos en mis rodillas y tome una gran bocanada de aire, él frente a mí burlándose y animándome…faltaba ya muy poco para llegar a mi casa y después de tanto tiempo de ausencia cruzamos palabras y risas, acordamos repetirlo tres veces por semana con la condición de que cada ocasión la recompensa sería un gran vaso con agua.