Hoy conocí a una mujer de piel
morena, he escuchado decir que todas las morenas son sensuales, que se les nota
la candela en los ojos, pero a Eva sólo se le nota el cansancio. Creo que ha
trabajado más de las horas obligadas.
Su cabello carga varios tonos de
café y negro, en la mano izquierda carga una escoba, sus dedos con ampollas, trae
unos tenis gastados. Va arrastrando un cesto de plástico.
En cuanto vi a Eva, supe que era
una mujer valiente pues la encontré tentando a la muerte. Estaba cerquita de
los autos bajo los rayos del sol, los brazos de Eva tiraban hacia la derecha,
barría las orillas de la avenida principal, algunos dirán que me obsesione con
ella pero realmente mi organismo actuó como un imán, debía conocerla, iba
conduciendo, me acerque un poco, baje la ventila y le dije:
-Hola, ¿Ya comiste?
Me miro con extrañeza… Y no la
culpo, la sociedad nos ha acostumbrado a vernos como extraños
-No, joven-
-Vamos a comer algo-. Deja me
estaciono. Me sonrió pero siguió barriendo la calle, estacione mi auto y camine
hacia Eva.
-Vamos a dejar esto por un rato- .Cargue
el cesto y la escoba.
-Me recuerdas a mi hijo, te
ensuciaras el traje- Eva me arrebato el cesto.
-¿Cuál es tu nombre?-
-Eva-
- ¿Por qué haces esto por mí?
-Te vi cansada-
-No estoy cansada, ya estoy
acostumbrada a trabajar-
-¿Cuántos hijos tienes?
-Tres.
Llegamos a un restaurante, no era
lujoso, no tenía para tanto, además Eva me dijo que se sentiría incomoda, pues
dice que las personas suelen observar la pobreza pero no hacen nada por ella.
Al entrar, le pedí al mesero que
guardara el cesto y la escoba. Eva fue al baño, pedí una jarra de limonada, con
agua mineral y hielos. Eva regreso con
la cara y las manos limpias.
-¡Que calor!
Eva toma ese vaso de limonada, el
mesero nos acercó las cartas, Eva bebió de una manera desmedida, tanto que la
limonada le escurría de las esquinas de la boca.
-Lo siento, tenía mucha sed-paso
su mano sobre los labios, quitando el exceso de líquido.
-No te preocupes, ¿Qué vas a
pedir?
Platicamos como los mejores
amigos, a pesar de mi edad, a pesar de sus problemas, realmente, Eva era un
gran madre y una mujer valiente. A los
15 huyó de su ex esposo, era un alcohólico y drogadicto, tomo a sus tres hijos
y los saco adelante. Intento en varios trabajos pero era poco lo que podía
ganar.
-Tengo 5 años barriendo las
calles de León, he soportado mucho, lluvias, tonterías de las personas, me han
atropellado, pero no es un mal trabajo, me da lo que necesito, y sobre todo me
da tiempo para estar con mis hijos. Ahora me siento libre- Eva no aparentaba
ser joven aunque lo fuera, además nunca aceptaría que estaba agotada de luchar
por años.
-Eva, yo no creo que sea un mal
trabajo, quise hablarte, quiero ayudarte y ya-
-Usted es muy amable joven-
-Me conmueve tu esfuerzo y… ¿Tu familia?
-No, mis hijos no ven a su padre,
ni sabemos que ha sido de su vida, mis padres no me hablan, con mis hermanos
tengo poca relación-
-Eva déjame ayudarte- El mesero
recogió los platos.
-Un pay de queso con frambuesa
para llevar- el mesero trajo la cuenta y el pay.
-Llévale, esto a tus hijos,
estaré muy cerca de ti, ten cuidado en el trabajo y cualquier cosa que
necesites-
Le metí varios billetes y mi
tarjeta con mis datos en una bolsa de su chaleco fosforescente. Salimos del
restaurante, le dieron sus instrumentos del trabajo, le di un abrazo
-Mañana estarás por esta avenida-
-No mañana me toca en las calles
de la Colonia Hidalgo.
Comenzó a caminar, me espere
hasta que su silueta se perdiera a lo
lejos, suspire, mañana iría a buscarla.
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